No se me ocurre callarme y no hacer nada.
Abuelieta ha muerto, allá, donde los plataneros son sombra
y las piñas se acumulan dejando un aroma a vírgen.
se nos fue. Me lo dijeron, como si no debiera entenerarme.
Lloré y callé.
Recuerdo ahorita su canto de la mañana,
su “cafetal cafetero”.
No se va sin darme un beso,
y sé que stá como una nube vigilando el paso
de mi caminar solitario y poco ambicioso.
Ella era el final de la raiz,
la madre tierra que agarraba las mazorcas y
rozándolas cantaba al compás del grano
sobre la tierra madre.
Sol en su cara de atardecer cuajado.
Mi silencio es un celoso guardián
que íntimamente te cobija, abuelita.
Sé inmensamente feliz entre tus sueños,
a los pies de los santitos, entre los claros
montes donde las Sierras repetirán tus nombres
en sus ecos.
Un comentario sobre “Llegó la carta y estaba muy fría”
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Tilma, tu sentimiento me hace meditar… yo tuve también una abuelita con la que crecí y me crié. Entiendo tu gran amor por ella. Nostalgia de esas auelitas que siempre supieron darnos una feliz compañía envuelta en el silecio de los cobijos. !Muy lindo tu poema!.