Lávame las heridas
de la rutina,
del pasar sin ver,
del andar sin sentir.
Lluéveme,
lléname de tu luz,
trae contigo
vientos
que saben a infinito.
Lluéveme
el cuerpo,
para llegarme
al alma,
lluéveme…
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Esa promesa que pides a alguien es el comienzo de una nueva esperanza, que es lo que nos da vida. Es linda tu manera de sentir, me gusta como sientes.
una esperanza,
una ilusión…
siempre sostiene la vida..
que lindo que te gusten mis palabras 🙂
Ese llover dentro del alma sabe a infinito porque está alambicado con el sentimiento de lo amoroso. Muy completo, iris.
quién no ha disfrutado de una lluvia,
quién no se ha dejado mojar por una,
no podrá entender nunca porque la lluvia puede lavarnos…
Si buscas un hombre que llovía, creo que deberías visitar mis textos.
😉
Qué bonito Iris, que no dejemos de empaparnos de otros…, un abrazo
Releyendo, creo que sonó algo pretencioso. Es tan sólo una invitación a que leas mi relato “El hombre que llovía”. Me lo recordaste al leerte.
Me gusta como escribes, simplemente. 😉
sabes, yo creo
que sólo cuando nos dejamos penetrar por
personas, momentos, estados…
es el único canal para decir: estoy vivo!