Una de las fuentes filosófico literarias de dónde más bebió el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986) fue la del pensador y escritor español José Ortega y Gasset (Madrid, 1883 – Madrid, 1955). En Ortega y Gasset (del cual había analizado perfectamente sus Meditaciones del Quijote con una completa reflexión metafísica) encontró Borges una meditación muy original sobre diversos aspectos de la intercomunicación, la intracomunicación y la comunicación sociopolítica surgida del Yo. La teoría de las minorías y las masas (La deshumanización del arte y La rebelión de las masas) llamaba poderosamente la atención del escritor bonaerense. El pensador madrileño impactaba siempre en la mente del argentino.
De esta manera, fue cómo Borges (a través del “yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset) declaró un día la siguiente confesión personal: “Toda mi obra es autobiográfica. Yo no puedo ser un creador de personajes como lo fue Charles Dickens. Todos mis personajes soy yo”.
Efectivamente es así. Dickens extraía del exterior de la genrosidad de su pensamiento (de la vida externa a él) personajes como Pickwick, Oliver Twist, Nicholas Niclaby o David Copperfield. Sin embargo, Jorge Luis Borges sacaba del interior de sí mismo, de su propio Yo “orteguiano”, los persoanjes de sus cuentos, relatos y ensayos literarios. Dickens era “Los demás en mí” mientras Borges era “Yo en los demás”. Dickens era la novela extrínseca. Borges el relato intrínseco.
El Aleph, El hacedor, El informe de Brodie y hasta El libro de arena (productos “borgianos” todos ellos) eran el Yo de Borges y sus circunstancias a lo Ortega y Gasset porque el pensador madrileño estaba siempre latiendo en sus personajes literarios.
La originalidad de los relatos “borgianos” es inseparable de su interés por los problemas metafísicos influenciados fuertemente por lo “orteguiano” y también los juegos recreadores de las letras de Borges nos llevan a la meta de quien los analiza a través del ensayo “pensa/místico” de Ortega y Gasset.
Incluso cuando Borges declaraba que el escritor más grande, el que más le había impactado, era el autor del Quijote, veía en éste a un Yo Superior, un Ego elevado a la categoría de arte novelístico. Por eso Borges decía que Cervantes era el más universal de los novelistas y el menos español de los escritores españoles; de la misma manera que decía que William Shakespeare era el más universal de los teatreros y el menos inglés de los escritores ingleses. Porque, para Borges, Cervantes y Shakespeare eran un Yo “orteguiano” Superior. Y él mismo se convirtió en otro superior Yo “orteguiano”.
Esclarecedora esta aproximación a Borges.
Efectívamente Borges en sus relatos jugaba un juego de introspección en el que de alguna manera él era el personaje.
Así es que con respecto al relato “La busca de Averroes”, Borges dijo en su día que si él elegía a Averroes como protagonista de este cuento, ese Averroes no era realmente Averroes, era él. Averroes éra simplemente una proyección suya, tal y como en un espejo. Era Borges jugando a ser Averroes.
La idea es sumamente interesante.
En “El Inmortal” Borges decía que había sido Homero, que pronto sería Ulises, que también pronto sería todos los hombres, porque estaría muerto. Curioso.