Era tarde, ella estaba tirada en el suelo, llorando. Lloraba porque quería llorar, sentía que era lo suficientemente malo como para tener que llorar aunque en realidad podría no estar llorando.
A su pesar la vida le había hecho dura para esas cosas, ya se aburrió de llorar y dejó de pensar en llorar para pensar en la trascendencia de los hechos, cómo podía cambiar su vida… Estaba agusto pensando, hacía mucho que no se encontraba frente a si. Ya casi no se conocía. Cada cigarro la recordaba que estaba ella sola, tranquila, pensando. Se hacía tarde, pero junto con tristeza del momento, como para compensar, surgió la sensación de haberse reencontrado con esa mujer que la gustaba ser.