Lo que tengo en la cabeza

“No se preocuepen”, dijo el celador; ” son inofensivos. Están todos locos, pero no son agresivos.
Esta es la hora en la que pueden salir al patio, pero como está lloviendo solo dejamos que paseen por el corredor, asi que, tranquilas y no hagan caso a lo que les digan”.
Olvido y yo, tuvimos la suerte de ser las primeras en poder visitar el Psiquiátrico en calidad de recién estrenadas Asistentes Sociales, de entre todos nuestros compañeros y compañeras.

Ibamos recorriendo aquel largo y ancho pasillo, con alqún que otro banco anclado sin pauta alguna en los laterales del mismo, tratando de parecer naturales; ante nosotras mismas, ante el celador y ante los enfermos.
Unos iban vestidos de calle, desconjuntados y con ropa vieja a pesar de la juventud de muchos de ellos; otros, sólo llevaban el pijama o camisón de la institución;o bien limpio, o lleno de chorretones. La mayoría de ellos apenas estaban aseados, a pesar de que alguno de los hombre llevaban el pelo muy bien atusado y con una raya de lado magistralmente trazada. La mayoría de las mujeres estaban bastante despelujadas, excepto dos: una, que llevaba peinado un moño en lo alto de cabeza, tan grande, que era imposible no fijarse en ella y otra, que iba adornada con todo el pelo recogido en una sola trenza que le rozaba la cintura.

No sé que pensaría Olvido mientras caminabamos por aquel pasillo inóspito ; pero a mi, me parecía increíble ver a tantas personas en tan poco espacio. Alugunos estaban apoyados contra la pared, otros sentados algún banquillo , y la mayoría pululaba al azar y sin rumbo por el corredor.
Habríamos recorrido unos veinte pasos, cuando una de las enfermas fue la primera en dirigirse a nosotras; (se me había olvidado por completo el aviso del celador al entrar: “No hagan caso de lo que les digan”.)
_”¿Me relagas esa falda tan bonita?”,dijo, al tiempo que tocaba con delicadeza la falda de Olvido.
_ “No seas pesada Encarna, y no toques a nadie”, apuntó nuestro guía, con voz firme pero entrañable.
Intentábamos no extrañarnos por nada de lo que vieramos u oyeramos, pero la cara de Olvido no podía ocultar su sorpresa. Porque eso quise pensar que sentía; la misma sorpresa que yo.

Una vez que Encarna habló, las voces de sus compañeros de recreo, comenzaron a sucederse como en una frenética carrera de frases, preguntas, expresiones, risas, carcajadas, llantos y todo tipo de sonidos inteligibles que un ser humano pueda expresar mediante la voz, a la par que se dirigian a nosotras indistintamente;
Uno: _”¿A que no sabes lo tengo dentro de la cabeza?”
Otra: _ “dentro de poco me voy a casar”.
Aquel: _”ven, ven conmigo, tengo un orinal nuevo… si quieres te lo dejo”.
Esa _”¿tienes en ese bolso algo bonito?…”
El otro: _”¡¡¡Enseñame las tetas!!!”
Aquella: _”dejalas que son putas”
El de allí: _”¿quieres que te la enseñe?, es muy bonita…ja ja ja ja”
La del moño: _”yo tengo escondido en un sitio a mi hijo…sí, en un árbol…ssss”.
El del pijama: _”ese de ahi es malo, nos roba la comida….”
La más jóven: _”¿quieres ver mi cajita?, tengo muchas piedras preciosas”
El más delgado: _”¡¡¡mentira, te las robé!!!”
La del vestido de volantes: _ “Yo tengo bicho aquí, en la barriga”.
La mas desaliñada: _”El bicho que tú tienes te lo metió en la barriga ese, guarra que eres una guarra”
El de la gorra: _ “No me mateis, ya me mataron”
………
Durante el recorrido, hasta llegar al despacho dónde se nos esperaba; el celador iba diciendo a cada uno de los enfermos, a algunos por su nombre de pila y a otros por lo que supuse sería su mote, que se callaran , que se estubieran quietos y que dejaran de molestarnos.

Después de una hora, y de haber hablado con la persona encargada de explicarnos en que consistiría nuestro trabajo allí, trabajo de prácticas como asistentes sociales, abandonamos el Hospital Psiquiátrico volviendo sobre nuestros pasos por el interminable corredor, que ahora, estaba completamente vacío.

Una vez en la calle, la primera en romper nuestro silencio fue Olvido: – “¿Pero tú has visto?, yo he pasado miedo, eh!!!. Si no nos acompaña el celador… te juro que me dá algo. Desde luego si algo tengo claro es que el próximo día entramos por la otra puerta, porque yo por esto no vuelvo a pasar.
Es que mira que están locos…”

Locos. Esa fue la palabra.
Que como un rayo potente y veloz, atravesó sin miramientos mi cabeza, mi cuerpo, mi mente, mi alma…
¿Locos?. ¡¡¡Yo no ví ningún loco !!!

Dakota

2 comentarios sobre “Lo que tengo en la cabeza”

  1. Que bueno dakota, como juegas con la palabra loco, con sus significados.
    Todo lo que dicen los personajes tiene algo que se puede leer pero también algo que se debe leer, me gusta mucho, sigue así por favor

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