Lo violeta de tu sueño es hoy un color y no un dolor que, escondido en la bahía, da rienda suelta por la espita del llanto. Lloras. Cae la tarde. La barca se ha ido sin ti. Me acerco a la orilla a invitarte a pasear por los sueños. Hay pájaros amarillos que sobrevuelan los álamos y nos acompañan. Ahora duermes en la humilde cabaña de nuestra bahía. Yo, mientras tanto, me voy al puerto. A solucionar tu sueño. Regreso a casa. Sueñas. Mañana el violeta de tu sueño será de color azul porque, al fin, vas a conocer los misterios del mar. Te doy un beso en la frente y la luna despide un reflejo de majestuosa presencia. Sonríes. La lluvia ha dejado de llorar. El viento fresco mueve las ondas de tu cabello y el mar se ha vuelto blanco, tan blanco como tu corazón por dentro, tan blanco que ppuedo escribir sobre él mil veces la palabra AMOR… y yo me vuelvo a la bahía para, por el camino, arrancar unas cuantas amapolas y unos cuantos trigos verdes para hacer un ramo de flores con las violetas que hay junto a la cabaña. Lo violeta de tu sueño es hoy una realidad dorada. Y yo, mientras tanto, me voy al puerto a seguir inventando sueños y escribir la palabra AMOR sobre la blanca superficie del mar.