Los Contreras

Tiempos de El Batán madrileño. El fondo que mirábamos a través de la ventana siempre era la alfombra verde de la Casa de Campo, pues entonces no había ninguna clase de metropolitano que nos entorpeciese ni nos distorsionase la visión. Habíamos tenido que cambiar de Club pues nuestros éxitos (los de mi bella esposa y yo) habían suscitado una gran cantidad de envidias en quienes no entendían por qué siendo tan nuevos (como seguimos siendo por cierto) tuviésemos tanta facilidad de Palabra cuando dirigíamos a los Matrimonios Cristianos. Simplemente cumplíamos la labor de líderes que nos había asignado Jesucristo a través de Wenceslao Gómez. Sólo estábamos cumpliendo perfectamente la labor.

Yo había planificado todo un excelente esquema (lo digo sin vanidad) de charlas y actividades con la única ayuda de mi bella esposa. Aquel cuadro, que todavía estará en la mente de Wencesalo Gómez o incluso todavía existe (que estoy seguro de que todavia existe) era verdaderamente una Planificación sensacional. No sólo consistía en charlas provechosas para el espíritu de los matrimonios cristianos sino que habíamos añadido actividades sociales (Cine incluido, además de Teatro, Excursiones, etcétera) para disfrutar también mientras les enseñábamos cosas que nunca antes habían escuchado. Eso suscitó la envidia de veteranos como los Soriano y otros amigos de los Soriano. Así, que para no molestarnos en ser piedra de tropiezo para nadie, en silencio cogimos el equipaje (que eran nuestras dos pequeñas bebés) y nos trasladamos del Club Cristiano ICEA de Aluche, al Club Cristiano Batán. Ambos de Madrid; pero diferentes pues mientras el Club ICEA pertenecía a la Comunidad Autónoma de Madrid (Aluche) el Club Batán pertenecía a Madrid capital (que es donde está mi corazón)

En el Club Cristiano Batán de Madrid capital, fuimos acogidos con los brazos abiertos pero de manera especial nuestros grandes amigos y hermnanos cristianos fueron los componentes de la familia chilena de los Contreras. El padre era un sencillo talabartero (ya expliqué en otro texto que es un hombre que se dedica a trabajar los correajes para caballerías y el cuero de chaquetas, bolsos, etcétera) mientras en el Club cantaba con gran emoción canciones para el Señor. Tenía poca voz para las canciones pero su canto era sincero y le salía del corazón. Por eso le agradaba a Dios a pesar de las críticas que le hacían. Su esposa, otra gran amiga y hermana nuestra, le ayudaba como fiel esposa que era. Tenían dos hijos que comenzaban su juventud. El muchacho tocaba continuamente la guitarra porque quería aprender a alabar a Jesucristo a través de la música. No recuerdo el nombre de pila de ninguno de los tres, pero nunca he olvidado el nombre de pila de la hija que comenzaba su primera juventud. Se llamaba y se seguirá llamando por supuesto Katy. Katy Contreras. Me detengo un momento en pensar en ella por merecimientos propios.

Era, detrás de mi bellísima esposa, la segunda chavala más guapa de todo aquel Club Cristiano de Batán. Tan guapa que su oficio era ser modelo publicitario. Tenía todas las condiciones necesarias para ello, desde el rostro hasta el cuerpo y, por supuesto, era cristiana verdadera. Tuvo que soportar críticas de unas cuantas viejas tradicionalistas por el simple hecho de ser modelo de publicidad. Pero ella buscaba una oportiunidad en ese mundo soin dejar de ser cristiana. Un día Dios le dio la oportunidad, ella se acercó a mí y pidió ojear mi periódico dominical. Era cierto. Estaba allí fotografiada y se puso super contenta. Asñi que le regalé la revista (Suplmento de El País.

Ella soportaba todas aquellas afrentas invitándome a especies de empanadillas chilenas que hacía con verdadero amor de hermana. Pasábamos Liliana y yo grandes y felices momentos en casa de los Contreras que vivían a escasos metros de distancia de nuestra vivienda. Y Katy, en silencio, soportaba toda clase de murmuraciones por ser, sencillamente, una modelo publicitaria cristiana fiel a Jesucristo. Hasta un día comió justo a mi lado derecho. Entonces arreciaron las críticas de las jovencitas envidiosas. 2Se cree que es la única” escuché decir a algunas. Pues sí, pensé yo, despue´s de mi esposa es la única que me gusta de verdad. El tiempo pasó. Los Contreras nos contaron que habían llegado a España huyendo del dictador Pinochet. y era cierto. Amantes de la justicia social democrática y, sobre todo, de la teocracia de Jesucristo consiguieron salvar sus vidas del odio y la persecución de Pinochet y sus esbirros.

Luego llegó una etapa en la que tuvimos que irnos a Ecuador pero, por esos designios de Dios, durante un mes tuve que volver a Batán a vender mi casa. Acudí de nuevo al Club Batán y un domingo, después de haber participado en la famosa Carrera del Récord Guinnes que le arrebatamos a la ciudad de Barcelona a pesar de las envidias y mentiras odiosas de los jefezuchos del Banco Hispano Americano (fascitas la inmensa mayoría de ellos por aquel entonces) volví al Club Batán. Yo llevaba en la mano el dorsal con el que había corrido aquella célebre carrera entrando en los puestos de honor de los que la organización de la carrera daba a quienes cumplían el recorrido dentro de los límites establecidos para ser declarados verdaderos atletas. El resto que participaba no entraron en el tiempo mínimo establecido y tenían la obligación de seguir hasta Neptuno. Ä mí me había sobrado tanto tiempo que me detuve a descansar tranquilamente y totalmente fresco y recuperado del esfuerzo volví al Club Batán

La sorpresa de esas cosas que sólo Jesucristo y yo (junto con mi bella esposa) comprendemos pues pertenecen a nuestra información personal fue que allí estaba Katy Contreras compungida y llorando. Había tenido que salir al extranjero por no soportar tantas murmuraciones de viejas cotillas porque hasta los camioneros la piropeaban. Era sólo pura envidia. Yo le dije por comunicación interpersonal “No te preocupes Katy y sigue tu camino”. Supongo, y creo que acierto, que ya es mujer casada y tendrá sus propios hijos. Dios, aquel domingo, la bendijo a través del Espíritu Santo que había en mi corazón de atleta. Todo quedaba ya olvidado. Dejé el número de mi dorsal olvidado en una banca del Club para que quedase memoria hisórica no sólo de haber participado en el Récord Guinnes sino, sobre todo, de cuáles son las consecuencias fatales que producen la murmuración, los chismes y la habladurías. Una vez concluido todo me despedí de ella con una sonrisa tímida (entonces mi timidez era muy alta cuando la veía aunque repito que mi esposa es la primera en belleza y es cierto que tenia timidez ante Katy Contreras.).. pero le dirigí mi sonrisa bohemia y me despedí siguiendo mi camino. Era cuestión de olvidar las envidias y vender mi casa. Cosa que cumplí en el último día de aquella corta estadía en Madrid donde hubo justicia y regalo para Katy Contreras y bendición para toda su familia.

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