Los ojos escuchan

Referencia musical: Vengerov, Bach “partita 2” sarabande.

Escucho los pasos de Anna María. A mi espalda, la puerta se ilumina entre las estanterías oscuras de los libros. Yo sigo ensimismado en mi escritura, la música resuena en mi cabeza, mis dedos agitados hacen nacer las notas. ¡La música! Con paso quedo ella se acerca y, me observa como siempre, detrás de la nuca. Suave siento su aliento. ¡Tata, estoy aquí! esas son siempre sus palabras. Conoce mis manías y mi sordo ensimismamiento, cuando sólo escucho mi música dentro. ¡Tata! me llama y sé que ella me mira, creando los acordes con las manos.

– ¿Anna María?

– Dime, tata.
– Estoy componiendo una nueva melodía. Escucha.

El espacio se ilumina, las luces del teatro nos rodean, el escenario barroco en blanco y oro, delante el terciopelo rojo de las filas de sillones y arriba, hacia el cielo los balcones. En el escenario, me incorporo, mayestático, la mirada al infinito, tomo mi violín y lo acomodo en el arco de mi hombro y la barbilla, con una mano el astil, con la otra el arco que en un movimiento íntimo, retrospectivo hace sonar la “partita” de Anna María.

Lento y suave el arco, veo como la nívea cara de Anna María se ilumina por las luces infinitas del teatro, un poco inclinado el arco del cuello, y caen las notas en multitud de rizos de sus cabellos. Como un velo negro enmarcan el rostro y caen de nuevo hasta el pecho, y entrecruzan las notas la armonía blanca de sus manos, en el regazo del vestido se posan levemente. Y se mueve quedamente crepitando, con la notas, el vestido negro, con un bello bordado de hojas que parece que cayeran en otoño, aunque dentro del alma es aún invierno. Sonríen las notas en su cara, cierra los ojos y escucha el sueño de la vida. Las notas viven en su pecho.

En medio de la luz, del universo, aquí está ella, Anna María, junto a mí, recreándose las notas en su cuerpo y yo la siento, siento la música, cada nota es una célula de su cuerpo, construyéndose en una composición que es crear la vida.

Ella existe.
Ella está aquí.
Ella está conmigo.

Cuando poco a poco la música y las luces del teatro se extinguen, y vuelvo a la tranquilidad oscura de mi estudio, aún siento la vida, aún siento que ella está presente, aún me late el corazón diciendo, que Anna María está conmigo.

Siento que debo respirarla, abro la ventana de la vida, frondoso el parque verde y la tarde fresca me llama al paseo. Llamo a los perros y juntos nos vamos paseando por los senderos del parque, en perro acompañamiento, evocando la “partita” de Anna María. En la boca llevo el silbo de su música, en el bolsillo a mi fiel compañero, Quevedo. Dejo a los animales disfrutar de su momento, gozar de la amplitud del parque, y yo me detengo, en reflexión, escuchando a mi maestro…

“Retirado en la paz de estos desiertos,
Con pocos, pero doctos libros juntos,
Vivo en conversación con los difuntos,
Y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
O enmiendan, o fecundan mis asuntos;
Y en músicos callados contrapuntos
Al sueño de la vida hablan despiertos.

Las Grandes Almas que la Muerte ausenta,
De injurias de los años vengadora,
Libra, ¡oh gran Don Josef, docta la Imprenta.

En fuga irrevocable huye la hora;
Pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
Que en la lección y estudios nos mejora.”

Fco. Quevedo

Los ojos escuchan © onlythebestones 2007

6 comentarios sobre “Los ojos escuchan”

  1. Saludos:
    Ha sido mi primera lectura al despertar. Sigo caminando entre la descripción y la música sugerida…Me tomo un tiempo para salir y entrar y te escribo todas las sensaciones que has llegado a provocar. ¡Una texto magnífico !

  2. Me pasa como a Grecosay, demasiado impresionada por tu texto para hacer el comentario ahora.
    El barroco, Bach, la zarabanda de la partita 2, Quevedo, el paseo vespertino por el parque y, “last but not least”, los perros. Demasiado para mí en estos momentos.

  3. Un texto con tanta calidad es nutricio. Comentarlo desde una primera lectura te sitúa en el riesgo de no captar la globalidad y el sentido. Me gusta el equilibrio formal, que lo que escribes es lo que es “justo” lo que hay que escribir…y que la música suena en la estancia virtual de tu relato.
    Si existen los mundos paralelos…esta es una dimensión logra, cuadrada y perfecta. De lo contrario no sonaría, y lo aquí escrito pertenecería a un alguien que busca una reacción química con elementos de potencia media.
    No puedo formularte un juicio crítico, porque estoy convencido de que lo captado, y totalmente satisfecho de haberlo leía al despertar y regresar ahora para “sentirlo” en su plenitud. Mis mejores saludos.

  4. Siempre me sorprendes con tus letras, esa fuerza arrolladora en cada línea. Hoy me sugieres más Quevedo…

    “…Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fuego han dado,
    médulas que han gloriosamente ardido:

    su cuerpo dejará no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrá sentido;
    polvo serán, mas polvo enamorado.”

    Quevedo

    Un abrazo

  5. Gracias Carlota, Greko, Noelia por vuestros comentarios.

    Carlota, el poema de Quevedo, lo puse originalmente en tu reflexión sobre el Greco.

    Greko, muy acertadas tus palabras. Es curioso que después de escribir este relato, que escribí al hilo del poema de Quevedo y la frase “escucho con los ojos a los muertos”, (pues ella en realidad vuelve del otro lado), leí Bioy Casares, “la trama celeste”, donde presenta la idea:

    “Habrá infinitos mundos idénticos, infinitos mundos ligeramente variados, infinitos mundos diferentes”

    Sin duda, fascinante idea la de los mundos que se entrecruzan.

    Noelia, “Amor constante más allá de la muerte”, mi favorito de Quevedo.

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