Los plurales “madriles” (5) Ensayo

Hay un grupo de madrileños repartidos por todo Madrid-Madrid pero muy extravagantes. Son los pque pasean los sábados y domingos por las cercanías del Museo del Prado intentando “ligar” chavalas extranjeras. Algunos hasta se atreven a entrar al Museo con tal de conseguir sus propósitos. No tienen ni pizca idea de quien fue Zurbarán, El Greco y mucho menos Sorolla o Van Dyck. Están ya muy obsoletos pero todavía quedan algunos que tienen más moral que “El Alcoyano” e intentan reverdecer “viejas glorias” del pasado. Cuando se dan cuenta de que en las cercanías del Museo del Prado no tienen “nada que hacer” marchan hacia los Colegios Mayores de la Universidad Complutense y allí el “batacazo” que se dan es todavía mayor.

Están de “capa caída” porque en la actualidad ya no se “liga” a las chavalas así pero ellos son tercos y contumaces aunque siempre “muerden el polvo”. Son votantes indecisos pues su ideología es de escasa formación política y no conocen las Bases ni los Fundamentos de ningún Partido. Muy conocidos, no engañan a nadie (salvo a ellos mismos) cuando creen que las chavalas no se dan cuenta de lo que hacen. Aunque carecen de conocimientos profundos en política y otras cuestiones de la vida pasean por la ciudad y lo único que les identifica como grupo es su enorme “afición” a esos paseos por el Museo del Prado y los Colegios Mayores. No son muy críticos y sus opiniones nacen de “lugares comunes”, “frases hechas” y “dichos más o menos populares”. Usan un lenguaje muy superficial y saben unas pocas palabras de varios idiomas que han leído en diccionarios expresamente para intentar “ligar” con extranjeras. Les gusta poner sus nombres en los carteles taurinos junto a famosos espadas, toreros o matadores de toros (que de las tres formas se puede decir) para intentar deslumbrar a sus “presas”, peros sus “presas” no tienen un pelo de tontas y se dan cuenta de que ni son toreros, ni saben lo que es una espada taurina ni mucho menos se atreven a matar un toro. Son de los que podemos calificar como madrileños de “ni chicha ni limoná” por utilizar un término puramente castizo. Suelen, a veces, ir a las Cuevas de Sésamo (de la calle Príncipe) para poder, como último recurso, conseguir ligar “extranjeras” pero allí se encuentran con la sorpresa de que las extranjeras de Sésamo sólo quieren “ligar” con poetas y músicos. Esta clase de madrileños beben sangría para demostrar que son muy buenos catadores de vinos.

Tenemos también a los madrileños “progres” que se las dan de muy universitarios y conocedores del futuro. Son madrileños “visionarios”. Creen saber todo sobre el futuro (algunos de ellos han abandonado la “progresía” y se han puesto a dedicarse al negocio de las tiendas esotéricas y otras majaderías similares). Son de la zona de Argüelles, Pintor Rosales, Príncipe Pío, Martín de los Heros y Moncloa. Les gusta mucho visitar el Templo de Debod para aprender cosas de faraones, momias y otras sutilezas del mismo estilo. Andan por la Plaza de España mariposeando “a tope” su “cultura” y se las dan de condes, marqueses, duques y hasta archiduques con tal de llevar razón. Poseeen “ideologías” para “deslumbrar” pero sólo son “figurones” pequeño burgueses que antiguamente usaban trenkas a lo “ruso”. Su cultura verdadera no va más allá de un poco de Campoamor, un poco de José María Pemán, un poco de José de Pereda y un poco, en asuntos teatrales, de Alfonso Paso o, los más “cultos”, de Rabal. No de Paco Rabal sino del autor de teatro Rabal (el que dijo que había visto a la Virgen y no sé cuántas tonterías más). Lectores asiduos del ABC y de periódicos “decadentes” y, sobre todo, de los diversos Suplementos Dominicales de cualquier periódico. Se les puede considerar bastante “carcas” a pesar de su apriencia “progre”. Sociológicamente son los que se las dan de psicólogos de “mujeres” y tiran un poco a “besugos”. Jamás acuden a las verdaderas manifestaciones callejeras sino que las ven cómodametne sentados en los cafés, o tomando el sol en las terrazas donde siempre se les ve aparentando conocer de libros. Pasan mucho tiempo de su ocio hablando y diciendo citas y frases de hombres y mujeres famosos y famosas. Son más bien “mojigatos” seguidores de Fernán Caballero (que ellos saben perfectamente que era Cecilia Bohl de Faber) y creen que con sus “cursilerias ideológicas” deslumbran al mundo entero. Suelen saludar doblando el espinazo ante las damas y juntando los pies para dar taconazos “varoniles de tipo militar” pero de la mili no quieren saber nada pues se llaman “objetores de conciencia” (por lo menos en anteriores décadas cuando la mili era obligatoria). Se ufanan de ser dominadores del lenguaje castellano pero sólo repiten unas cuántas cosas más o menos cultas como “cacatúas”. A veces acuden a las Embajadas a recoger ffolletos con los cuales aprender algo del extranjero. Se apuntan a todas las bodas, comuniones y bautizos (incluso a las que no han sido invitados) pues son madrileños “gorrones”. Se autodenominan madrileños “ilustrados” aunque de la Ilustración sólo saben algo de Diderot y Rousseau y nada más. Como nota final de estos madrileños diré que antes se dejaban crecer las barbas para aparentar mayor intelectualidad. Ahora van muy bien afeitados y peinados.

Ahora entro a analizar el asunto más triste de este Ensayo sociológico. Me refiero a los madrileños “vallecanos”; una especie de madrileños que, inexorablemente, están en peligro de extinción total. Antiguamente, en la época del duro Franquismo, eran totalmente izquierdistas y seguían al PCE de Dolores Ibarruri La Pasonaria, al PTE de Juana Doña, a la ORT, a Bandera Roja y algunos hasta eran troskistas o anarcos de la CNT de Buenaventura Durruti. Adoraban al Cura Paco y eran los más “duros” de pelar. Enemigos acérrimos de la extrema derecha estaban formados por inmigrantes de regiones como Andalucía (especialmente Jaén), Extremadura y algunas provincias de Castilla y abundaban también los gitanos “apátridas”. En la época de su mayor esplendor eran famosos por sus agrupaciones y células más o menos clandestinas y existían barrios “vallecanos” tan típicos como el del Pozo del Tío Raimundo, Sandy y los del Puente de Vallecas entre otros. Los de la extrema derecha les tenían tanto pánico que jamás se atrevían a poner un solo pie en Vallecas. En la época de los últimos años de Franco y la Transición a la Democracia siempre eran los primeros en acudir a las manifestaciones y los últimos en abandonarlas. Por eso iban siempre los últimos de las filas, con tambores y otros instrumentos musicales. Justamente la Transición fue el comienzo de su final y, más exactamente cuando Felipe González metió a España en la OTAN. Ellos, valientes y luchadores de izquierdas, salieron a manifestarse al grito de “!Si España entra en la OTAN, Vallecas se va de España!”… pero ese fue el principio de su fin porque el PSOE los traicionó y el tan famoso alcalde Tierno Galván comenzó a dar las órdenes de derribar sus viviendas incluidas las chabolas y las cuevas. Hoy en día la zona de Vallecas florece con bellos edificios y jardines… pero quedan unos cuantos viejos “vallecanos” (los jóvenes tuvieron que irse de las barriadas d eaquella zona inolvidable). Antes, como eran “peliaringos” a veces solían pelearse unos grupos contra otros entre los propios “vallecanos” y tenía que intervenir la Guardia Civil y la POlicía Armada para separarlos… pero terminada la “trifulca” se abrazaban y se iban juntos a los bares y a los billares. Hoy en día por la zona pulula un gran enjambre de inmigrantes extranjeros y madrileños de clase media alta (mientras ellos eran de clase muy baja y hasta pobres de solemnidad). Los pocos viejos “vallecanos” que resiten todavía lloran amargamente, aislados y sentados en algunos bancos de la calle, porque con ellos se extinguirán definitivamente los madrileños típicamente “vallecanos”. Son los últimos “patriarcas”. La ultramodernidad se los ha “tragado”. Su lazo de unión común de todos ellos eran el Rayo Vallecano de Segunda División y el Vallecas Club de Fútbol de Regional. Ahora hay allí nombres tan rimbombantes como Rubén Darío, Miguel Hernández y otros poetas y escritores que nada tienen que ver con los antiguos “vallecanos” que eran más bien analfabetos (no por culpa de ellos) o acaso lectores de comics como Mortadelo y Filemón. Aquellos “vallecanos” del “soy del Pozo qué pasa” pasaron a las leyendas de Madrid-Madrid y a veces los canales televisivos les recuerdan a través de viejas películas en “blanco y negro” porque fueron los típicos madrileños del “blanco y negro”. Al llegar el”multicolor” perdieron su identidad propia. Me caen bien los “vallecanos” honestos, sinceros y nobles (porque también había algunos pocos que eran más bien quinquis y delincuentes). Uno de sus héroes, además del Tío Raimundo y el Cura Paco fue El Lute. Ya son sólo “historia”. Los “vallecanos” actuales giran más hacia la derecha y viven buscando el consumismo y la comodidad.

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