Los secretos de Virginia
Virginia es el nombre ficticio de una estupenda chica con 18 años se inició en el mundo de la prostitución de lujo. Se ha publicado un libro con sus testimonios, reflexiones y experiencias, y además, mantiene un “blog” en el que continúa relatando su visión de la vida.
En ese “blog” http://www.laagendadevirginia.com hay un “post”, entre muchos otros, que creo que merece la pena reseñar:
“Virginia. Es un bonito nombre.
A mi me inspira (quizá cómo a todos) Virginidad y Pureza y por eso me gustó. Lo bueno de auto-bautizarse es justamente eso, que puedes escoger tu propio nombre.
¿Porqué alguien que tiene la vida resuelta se mete en lo que yo me metí? ¿Me compensa, al fin y al cabo, todo lo que he tenido que vivir y padecer? Y todo eso ¿A cambio de que?…
Hay días que no tengo respuestas ni para la mitad de preguntas que me suelo formular a mi misma. Y no me refiero a aquello tan recurrente y rotundo ¿Quiénes somos? ¿De donde venimos? ¿A dónde vamos?… Mis cuestiones no se refieren tanto a lo global cómo a lo personal y quizá trascendental. ¿Que he hecho? ¿Que ha pasado? ¿Porqué estoy aquí?.
Siempre he dicho y diré que no me arrepiento de nada, por salvaje que esto sea, que haya hecho en mi vida. En general, creo que he sido buena… aunque en el fondo dudo de mi misma, y a veces diría que en realidad he sido mala. ¿Pero mala Pícara o mala-Mala? Pues un poco de cada cosa, digo yo. Quizá más Mala-pícara, porque la verdad es que me considero bastante “zorrona” para muchas cosas, sobretodo con los hombres, o al menos eso es lo que refleja mi “curriculum”.
La verdad es que, cosas Malas-malas, no he hecho ninguna, todavía. Que yo sepa, nunca he matado a nadie… ni he cometido un atropello, dándome después a la fuga, estilo Farruquito… tampoco he traicionado a ningún amigo ni me he tirado al novio de ninguna amiga. Entonces, quizá no sea tan mala.
¿Y por que me siento vacía?
¿Que necesita mi alma para sentirse en paz con este lugar y este momento? ¿Dónde está esa tranquilidad espiritual que hace tanto tiempo que perdí? ¿Quizá sea la inocencia? ¿Al perder mi inocencia he perdido también la ilusión por muchas cosas de esta vida?
Si es así, me temo que no hay vuelta de hoja. Es un daño irreparable. Jamás podré volver a ser aquella niña de dieciocho años que todavía miraba al mundo, a la vida y a los hombres con una gran incógnita en su cabeza, deseosa de sumergirse en cualquier nueva aventura que le posicionase cada vez más cerca de su objetivo. ¿Pero, que objetivo? ¿Acaso fui realmente alguna vez esa niña que tanto añoro? ¿O es todo producto de mi imaginación, cómo Anthony Blake no se cansa de repetir?
Cuando era pequeña quería ser muchísimas cosas, cada cual más surreal e imaginativa, y aunque muchas de las inquietudes de aquel entonces, todavía me acompañan, no estoy del todo segura de estar siendo fiel a mis sueños. Y eso me asusta. Creo que no me queda mucho tiempo por delante cómo para seguir jugando a malabares con mi vida, sin un rumbo fijo, sin una ilusión, sin un objetivo marcado.
Dicen que nunca se llega más lejos como cuando no se sabe a donde se va. Justamente lo que a mi, en estos momentos, me está ocurriendo.
Por un lado, la verdad sea dicha, no he parado de hacer cosas en toda mi vida y mucho beneficio de crecimiento personal he sacado de ello, pero por otro, y a pesar de que en estos momentos estoy embarcada en cierto proyecto que puede llegar a ser muy importante, quizá no sea más que otro de esos “castillos en el aire”…
¿Quien conoce realmente la verdad? Es más, ¿Existe tal verdad?”
Extraordinaria sensibilidad la de Virginia – pureza en el ardiente sentimiento de la pícara vida – que me hace recordar a Gisela. Mañana, si puedo, os comentaré una pequeña nota sobre Gisela. Gracias, Alberto, por presentarnos a una mujer de carne, hueso y sobre todo sangre en el corazón…