Los toreros viven con el tiempo
posado en las muletas del recuerdo
viven de pie y sin miedo…
pues la vida es un pasodoble
con redoble
de fanfarrias y concierto…
concierto de sinfonías
como bravas melodías
lejos de los conventos.
Que a veces jugarse la vida
no tiene nada de cuentos.
Mueren de pie, si señor,
que es muchísimo mejor
ser poeta del albero
para ser un buen torero
envuelto en su buen honor.
!Hay que morir de pie, caballeros
de los rejones azules!.
Que más allá de los tules
están las amapolas con celos.
Si. Toreros de campo abierto
maletillas de lo incierto
hasta llegar a lo alto.
Y si en el asalto
se muere de pie toreando
váyase por bien ganado
lo que tenemos de canto.
Cante flamenco del grande
para el torero valiente.
Y se siente…
siempre en las corridas…
miles de heridas cosidas
en estos toreros lances.
Quizás tú nunca alcances,
caballero de guante blanco,
lo que es ser torero franco
en las plazas de tercera.
Allá…
afuera…
está esperando la fiera…
Que aguante
el de la fama insincera.
Los toreros salen a hombros
en medio de los asombros
de la gente pasajera.
Y que son inmortales leyendas
Manolete y Bienvenida…
Belmonte y el maletilla
que torea con poemas
escritos en una cuartilla.
Estamos de pie muriendo
pero siempre sonriendo
en el paseillo inicial.
Y al final…
salimos siempre viviendo
en la leyenda inmortal.