Los títeres sin fronteras

El último festival de títeres “Con Bombos y Platillos” reunió en la capital de Quito a tittiriteros de seis países. Estos artistas trashumantes son personajes urbanos que llevan consigo historias y personajes mágicos que aparecen detrás del teatrino. He aquí la crónica completa que de ellos ha publicado mi colega periodista María Fernanda Mejía en el diario El Comercio, de Quito, el día domingo, 8 de junio del presente 2008.

Un trapo con una historia olvidada sobre un cordel cualquiera puede ser un escenario mágico. Con un modesto decorado, si el destino puso detrás a un titiritero, todo es posible: seres fantásticos divertirán, asustarán y conmoverán al m,ás recio ser humano.

El cuerpo y la voz de esos artistas están a dispoisción de sus títeres o marionetas. Nadie puede asegurar que un muñeco carezca de alma. Las voces que surgen de su teatro no son casualidad, laten con el corazón del artista que las anima.

Desde la antigua Grecia hasta estos días, los titiriteros viajan con sus inefables compañeros, regalando cuentos. Jamás descuidan su valija, porque en ella se esconden sus secretos, su historia.

Sobre una bicicleta y con un altoparlante a bordo, Rafael Teixido anunciaba su función en la Patagonia argentina. Hace 25 años inició su travesía -que continúa- junto con sus amigos de títeres de cartón que nacieron de su cabeza y otros que adoptó por una promesa al titiritero Javier Villafañe (1909-1996). Su ritual antes de cada espectáculo empieza con un poco de maquillaje, se calza un par de alpargatas para hacer honor a la compañía que creó con Valeria Fidel: Alpargata.

Afuera del teatrito, una plaza (un callejón, un patio, un teatro…) lleno de rostros inquietos espera. “La calle es el desafío, porque si no le gusta a la gente simplemente se va”. Pero al tocar su bandoneón ya el público ha quedado cautivo.

En su obra “Tras Cartón”, sus actores son una apasionada pareja de tango, un ser que sufre por el hambre, una anciana enamorada de un borracho… Está convencido de que el arte es para todos.

“Hay gente que no va al teatro porque no puede pagar. No se debe discriminar ni a pobres ni a ricos”. La calle, dice, le ha dado más que unas cuantas monedas. “En la crisis argentina del 2001, hacíamos trueque en los barrios pobres, donde la gente está partiendo el pan. Dábamos funciones por comida y hierba mate”.

Al otro lado del planeta, en el Reino Unido, las cosas no son tan diferentes para Konrad Fredericks, quien cuida a cada títere como si fuera su hijo. Con 65 años, sabe que cada moneda es necesaria para mantener a una familia. “Los turistas pasan y miran, pero casi nunca pagan. El trabajo es duro en la calle, porque debes dar lo que el público quiere, para justificar la moneda que te dan”.

Cuando llega a una plaza solo necesita 10 minutos para armar su teatrino. Abre su liviana maleta de tela y desdobla unas tiras de madera. Una estructura de dosm metros de alto y uno de ancho se levanta. Sin una presentación oficial, Mr. Punch, Judy y su bebé aparecen es escena. “Son persoanjes populares de Londres que existen desde hace siglos y nadie sabe su origen”. Los conoció de niño, en la playa, pero hace 40 años, compró sus propios títeres. Desde entonces Mr. Punch “ha sido una maldici{on”, bromea.

Detrás de una caja oscura se escucha a un hombre tararear una canción italiana. Los niños miran sobre el teatrino sin pestañear, seguros de que algo va a suceder. Los pequeños de la escuela Velasco Ibarra, al sur de Quito, no saben ni una palabra en italiano, pero sonríen al escuchar la tonadita.

Desde Italia hasta México, Ecuador o Pakistán, alberto de Bastiani habla con el mismo lenguaje. “En todo el mundo se entienden la diversión y el humor: la bondad y la maldad”. Escondido dentro de su pequeño teatrino coloca papeles con frases en español, organiza sus muñecos y empieza la función. Desde afuera se ve que Arlequín y Pulcinella, dos persoanjes típicos de Italia, se encuentran para jugar.

Casi ningún niño piensa que detrás está Bastiani (actor desde hace 25 años), moviéndose de un lado a otro, cambiando de muñecos, haciendo la voz de cinco diferentes personajes y, al mismo tiempo, escuchando con atención las preguntas de los pequeños. Esa es la tradición del titiritero solista.

Lo es también el brasileño Sebastián Marques, un “inventor de sonhos” (sueños). Usa personajes y música típicos de su país; un campesino, un buey juguetón, una cobra de siete lunas… Habla portugués, pero ha encontrado códigos que se reconocen en todas partes: la ternura y el amor. “Dar vida a un pedazo de madera es un privilegio, transmitir tanta energía es una sensación maravillosa… “.

El arte de los títeres ya es una tradición en Ecuador, solo basta escarbar en las andanzas de Fernando Moncayo (Rana Sabia), Patricio Estrella (Espada de Madera), Yolanda Navas (Titerefué) o grupos como Ojo de Agua o Lunasol…

Solo la Rana Sabia ha creado cientos de historias y personajes desde hace 35 años. Claudia Monsalve y Fernando Moncayo comparten su amor por los títeres desde que se conocieron. Juntos reconstruyeron La casa de la fantasía, un teatrino abandonado en un bosque de Quito.

Ahora tienen un teatro propio, pero antes, dice claudia, la vida no era tan cara y se podía subsistir con menos funciones. “Incluso viajábamos a los pueblos y la gente nos daba productos de la tierra”.

Hace 25 años Patricio Estrella y su grupo Espada de Madera iniciaron su travesía. Han viajado a festivale sinternacionales y tienen obras de teatro y espacios alternativos, como “La caravana naranja”. Ahora, y para bien, Quito es una ciudad cultural”, llena de personajes y leyendas que llegan con la misma magia que en otros rincones.

Notas del Comercio.-

Los títeres y las marionetas son tan antiguos como la historia de los seres humanos. Civilizaciones como la griega y la romana ya los conocían.

En el siglo XVIII, los artistas del teatro, la plástica, la literatura y la múcia, se interesaron por apoyar el arte de los títeres, como Balzac y Liszt.

En Japón, es común el teatro Banraku, que reúne el arte de manipular marionetas, un cuentero y música en vivo.

El material de los títeres es lo de menos. Varios artistas han experimentado con papel reciclado, cartón, madera, esponja, algodón…

En Ecuador, el arte está creciendo. Cada año, la Fundación Titerefué organiza el festival “Con bombos y Platillos”, donde llegaron este año titiriteroa de cinco países. esta semana pasada se celebró el encuentro de artistas.

Comentario de Diesel.-

He visto este encuentro de titiriteros en Quito y no he podido hacer otra cosa que emocionarme recordando mis años de infancia en el Parque del Retiro de Madrid, en aquellas gloriosas jornadas de las marionetas de Las Aventuras de Chocolín (personaje de cartón que fue famosísimo entre los niños madrileños de entonces). Fue la época del también inolvidabel Pirulo, que vendía caramelos, cambiaba cromos y dejaba leer tebeos por unos pocos céntimos. Ahora también hay teatrinos de marionetas junto al Estanque del Parque del Retiro madrileño, junto a tragafuegos, malabaristas y echadores de cartas…

6 comentarios sobre “Los títeres sin fronteras”

  1. Siempre me han gustado mucho los títeres, en mi infancia ya lejana en la memoria. Recuerdo las marionetas del Retiro, la casa de fieras que se encontraba en sus jardines, enfrente del Hospital del Niño Jesús, y los conciertos que se daban los domingos por la mañana, al lado de la entrada de las barcas del estanque , donde se tocaban numerosas piezas de zarzuela y de compositores españoles, también recuerdo que había un alquiler de bicicletas. Oh que tiempos aquellos, los de la infancia perdida, que ya nunca volverán, mas que en el recuerdo de los adultos, en los que el devenir impúdico del tiempo, nos ha convertido.

    Un saludo.

  2. En aquellas bicicletas que se alquilaban junto a la Chopera aprendí yo a montar en bici, amigo Kiowa. Sí. Qué felices tiempos de juegos en las calles hasta que se iba el sol… y los títeres a los que nos llevaba la abuela cuando nos portábamos bien según ella claro está.

  3. Sí, había un alquiler de bicicletas y de triciclos para los niños que no supieran todavía mantenerse en dos ruedas. La entrada era desde Alfonso XII. Ha debido funcionar hasta finales de la década de los ochenta.

    En verano yo solía a veces levantarme media hora antes para ir andando al trabajo atravesando el Retiro. Debo mucho a esas caminatas de buena mañana junto a la Rosaleda y al Paseo de Coches.

  4. Sí, había un alquiler de bicicletas y de triciclos para los niños que no supieran todavía mantenerse en dos ruedas. La entrada era desde Alfonso XII. Ha debido funcionar hasta finales de la década de los ochenta.

    En verano yo solía a veces levantarme media hora antes para ir andando al trabajo atravesando el Retiro. Debo mucho a esas caminatas de buena mañana junto a la Rosaleda y al Paseo de Coches.

  5. He estado viviendo en Bélgica por un tiempo y allí también hay una gran tradición de títeres, especialmente en Lieja, donde está el teatro de títeres de Tchanchés.

    Es maravilloso ver la cara de niños ( y mayores) ante un espectáculo de títeres.

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