Los záparo: el latido de la selva (Segunda Parte)

Varios proyectos han animado el desarrollo de la cultura de estos nativos. Entre ellos, uno de educación bilingüe Zápara, auspiciado por la Unesco, capacitando a líderes comunitarios, con estrategias organizativas, manejo de frutas comestibles de la selva y valoración de su medicina ancestral. “La declaratoria permitió reivindicar nuestras costumbres, tradiciones y mitos. Defendemos nuestra cultura, que los ancianos den su conocimiento a los niños en las aulas y en la cotidianidad de nuestro pueblo”. Este es el testimonio de Juan Vargas, presidente de la Dirección de Educación de la Nacionalidad Zápara.

Con la formación de la primera promoción de profesores primarios záparo, en abril de este año 2005, se proyecta garantizar la educación de los niños, la cual es inestable debido a la deserción de los profesores, quienes no se adaptan a la vida de la selva.

Bartolo Ushigua, coordinador general de la Federación Binacional de la Nacionalidad Zápara de Ecuador y Perú, nos dice que ha dialogado para conseguir respeto, el cual se fue desgastando por la presencia de tendencias religiosas que han dividido a las familias. Ellos confían ahora en un ndesarrollo sustentable en armonía con la selva, que es su hogar natural.

Los záparo semigae son uno de los diversos pueblos que se conocen con el nombre genérico de jívaros (en realidad no hay ninguna tribu con este nombre en particular) que en sus orígenes son animistas y muy belicosos, que en sus peleas matan a sus enemigos para acumular fuerza y poder y para neutralizar el alma de los muertos les cortan la cabeza y la reducen a tamaño minúsculo. Es muy importante, por eso, mostrarse amistosos con ellos porque si ven en ti un peligro te dan la muerte.

Estos pueblos odian a los gringos petroleros (los norteamericanos que están esquilmando la selva para sacar petróleo de ella) y yo tengo que hacer grandes esfuerzos para convencerles de que soy español y amigo y no yanqui. Una vez lograda su amistad se portan de manera muy generosa y nos invitan a almorzar con ellos.

Tuvimos ocasión de ver a las mujeres en plena labor de minga, que es recolectar de manera mancomunada paja toquilla para construir un techado de la casa, en este caso, de Bartolo Ushigua, acompañadas todo el rato por Draulio Aragon, el nombre con que conocen a un mono chorrongo mascota de la famila Grefa.

También pudimos contemplar cómo sobre las quietas aguas del río Conambo (ahora calmoso) la indígena Katzawiña y su esposo Imatine Santi navegaban en una pequeña canoa con la paja toquilla recolectada y en los parajes naturales, que son los espacios tropicales para la distracción de los niños, un grupo de ellos estaba adquiriendo destrezas en el dominio de los ríos. Imatine Santi, en un momento determinado, se lanza desde la canoa y se sumerge por algunos minutos en las aguas para emerger con su trofeo: una zarachama (pez del Amazonas).

Vimos cómo María Luisa Santi masticaba la yuca cocida (planta liliácea americana parecia al áloe) con cuya raíz elabora una harina alimenticia que es la base de la bebida indígena conocida con el nombre de chicha (bebida alcohólica hecha de yuca masticada y fermentada con maíz y agua azucarada).

En Jadiayanan, lugar donde se celebró el almuerzo, Cecilia Tapu chamsucó un mono chorrongo cazado haciá pocas horas (carne ahumada y condimentada con sal para conservarla pòr más tiempo). Mientras se preparaba la comida, Pitzingo Ushigua hizo una demostración de educación física como parte de la capacitación de los futuros maestros de primaria y Ana María Santi, la mujer más anciana de la tribu (que había venido desde Mazarama, otro lugar cercano) fue la encargada de enseñar lengua zápara a los niños de la comunidad.

Comimos yuca, pescado, carne de mono ahumado y frescas fruitas selváticas, todo ello regado con chicha, y después del almuerzo (es muy peligroso rechazarles la comida o hacer gestos deshonrosos ya que te puedes convertir en enemigo del pueblo y ser incluso ajusticiado) jugmos fútbol con los jóvenes záparo y al final Ricardo Ushigua hizo toda una demostración de conocimientos sobre plantas medicinales y alucinógneas (cuestión que se va`pasando de padres a hijos porque es fundamental para la salud de todos ellos).

El viaje de vuelta fue igualmente tan emocionante y excitador como el viaje de ida. Mereció la pena una experiencia tan inolvidable.

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