Se duerme el mar… se duerme mecido por los arrullosos vientos de Neptuno rodeado de miles de ninfas saladas, sílfides silentes, sirenas de amor… y en medio de la eternidad de su reposo, Manolo Cifuentes eleva su mirada imitando a lord Byron, a Walter Scott, a Víctor Hugo, a una multitud de poetas que se dedican, en el interior de su memoria acuosa y escondida, a evocar un pasado rebosado de nostalgias. Está tratando, en su costa dorada, de realizar un ejercicio de evasión para escapar de la realidad yendo contra corriente, contra la plataforma de ese patetismo resignado contra el que se rebelan los viejos paladines de la libertad ante la mediocridad ambiente. Manolo Cifuentes tiene tendencias a huir de las dulzonas inconclusiones de lo cómodo y busca el esfuerzo creador de su temperamento.
– Hola, viejo lobo de mar, ¿qué estás haciendo?.
– Estoy tratando de ser comprendido…
– Pero no hay nadie a tu lado…
– Eso es lo que intento gritar. Sé que soy una incoherente realidad de lo consuetudinario, pero así tengo más oportunidad de ser escuchado y esto es precisamente lo que me propongo.
Un clamor surgido de las gaviotas marinas y las alondras terrestres bordean la atmósfera circundante de la arena y el agua del mar que le sirven de símbolos desenfrenados a su ocupación pensante…
– Parece reflejarse en tu grito el esfuerzo generoso de quien busca una salida recuperable…
– No sé si lo conseguiré. En realidad sólo soy un viejo y vulgar jugador de las ilusiones. Un jugador de las olas sin retorno.
El despertar de Manolo Cifuentes es precoz. Aprendió a leer en las tormentas marinas más allá de los límites aislados. Se dedicó desde siempre a vivir, en él mismo, el movimiento restaurador de todos los lenguajes determinativos mientras hacía el amor con las sirenas varadas. Acabó por rebelarse ante las discordias entre lo pensado y lo incomprendido de su vivir…
– ¡Manolo Cifuentes!. Todo te sería más fácil si vivieras dentro de los pareceres ajenos a ti.
– Pero entonces no estaría viviendo en el ritmo de lo ágil y necesario de mi espontánea voluntad interna.
De súbito Manolo Cifuentes es saludado por la gris materia prima de lo consciente y busca elevarse a un nivel superior a su particular aurora que es el despertar herido…
– ¿Estás contento de estar aquí?.
– Ellas han sido muy buenas conmigo.
– ¿Quiénes son ellas?.
– Las gaviotas marinas y las alondras terrestres del interior de mi conciencia.
– ¿Y nosotras?.
– Siempre me habéis tratado con tal gentileza que me ha sido imposible deciros que no. Por eso me animo en medio de la nostalgia, la soledad y el recuerdo de mis grandezas pasadas.
Las olas del ensueño siguen rebosando de sensibilidad cuando ellas se alejan hacia el alta mar…
– ¡Adió, Manolo Cifuentes!.
Y Manolo Cifuentes sigue sabiéndose partidario de un lenguaje único que le adhiere, una vez más, a la siempre sencilla y peculiar manera de ser sincero con su pasión.
Tres días más tarde lo encontraron durmiendo eternamente en el fondo de su cueva marina rodeado de ninfas saladas, sílfides silentes, sirenas de amor y el viejo dios Neptuno mientras las gaviotas marinas y las alondras terrestres seguían volando por el interior de su alma…
!!Me gusta muchísimo tu manera de escribir!!. !!Me encanta!!. !Qué gran facilidad para ir deslizando sentimeintos a través de un paisaje acuoso lleno de fantasías y filosofías de existencia!. Tu viejo lobo de mar es tan singular que me gustaría haberlo conocido personalmente y para eso lo extraigo de tus letras y lo adivino junto a mi lado explicándome razones para seguir viviendo ilusiones como propuestas de vida. !!Me gustó mucho!!.
Saludos Diesel:
He estado leyendo, atentamente, muchas de las colaboraciones que van llegando a Vorem. ¡¡¡La página se va enriqueciendo!!! En cuanto a tu texto…cada vez voyr formándome más una idea de tu sentido literario profundo, de la riqueza en tu desarrollo esquemático y la capacidad para valorar “siempre en positivo” esos otros decires que los demás exponemos.
Ha un tiempo, alguien “relacionó mi forma poética” con la forma en que se compone música. ¡ Intento un acercamiento menos ausente de ritmo y vriaciones, pero en esto del escribir las musas también “tienen su derecho a inspirar”.
Un texto de calidad.
Me ha gustado muchísimo tu cuento. Es una pena que Manolo Cifuentes se haya marchado, yo necesito de ésta gente. La que iiradia magia aún estando solos. Los que se desmarcan del rebaño aún con el peligro de vivir en soledad. Aunque el jamás estuvo solo. Las gaviotas, las sirenas, el mar, el viento, el cielo, el sol estubieron y están con él. Preciosa compañia, de veras que sí. Gracias por tu contestación a mi escrito. Un saludo. Alaia