Ante la inoportuna necesidad de matar a ese hombre que se halla ante mí; con esa sonrisa suya de satisfacción propia del que acaba de hacer algo prohibido, y tras él a mi propia madre envuelta en sabanas blancas; solo podía hacer una cosa, darme la vuelta y salir a la calle a que me diera un poco el aire, quizá cuando estuviera más relajada podríamos hablar tranquilamente.
El teléfono sonó y miré la pantalla para descubrir que era mi novio el que llamaba. Con una sonrisa en la cara acepté la llamada. La voz de una mujer sonó al otro lado del auricular, decía que era la madre de Dani, que me llamaba para darme la terrible noticia, Dani había sido atropellado y se encontraba en coma en el hospital. Las lágrimas invadieron mis ojos y colgué el teléfono.
Continué caminando sin saber a donde, me invadía una pena demasiado profunda para pensar en algo. Cuando me di cuenta me encontraba encima de un puente. Era el mismo puente en el que hacía tiempo había sido encontrada tras una escapada del parque y de la protección de mi madre, el mismo puente en el que años mas tarde el que poco después sería mi novio me robo mi primer beso. Ahora el destino me llevaba otra vez a ese puente pero esta vez el final sería distinto, porque aunque los cuentos de hadas siempre acaben bien en la vida real no es así.
Cerré los ojos y dejé que la fresca brisa acariciara mi rostro. Lentamente me subí a la barandilla de piedra, abrí los ojos y miré el agua cristalina. La caída era considerable y sabía que si lo hacía no habría vuelta atrás.
* * *
Los pájaros entonaban hermosas, melodías en una tarde demasiado triste para apreciarlas. El cadáver de una joven había sido encontrado en la orilla del río esa mañana con innumerables magulladuras y cortes. Se había identificado el cadáver, pertenecía a una joven chica de la parte alta del pueblo, su nombre era Melisa.
Un comentario sobre “Melisa”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Está muy bien. Has trabajado el texto con voluntad y bastante acierto. El drama convertido en tragedia también es una forma de contar cuentos. A mí a veces me pasa igual. Pero lo que quiero decir es que en toda tragedia siemopre hay más allá que podemos pensar. Analizar la vida. Circunscribirse a un tema pasional. Del amor al desaire. En el cuerpo de toda cración literaria siempre existe mucho más que lo que escribimos.