Mi encuentro con Dios (por Olavi Skola y José Orero).

OLAVI SKOLA:

Llegó el sábado. Había transcurrido una semana desde el día en que el pastor me llevó a la reunión de jóvenes. Pasado el fin de semana me darían el alta. No me preocupaba mi salida pues ya tenía algo de dinero; la droga del día estaba asegurada.

Pero ¿qué haría con los creyentes y con todo lo que me habían dicho?. No entendía las condiciones que ponían para convertirme, no sabía responderles. No podía conseguir esa fe. “¿Dios? Bueno, puede que exista, o puede que no”.- Esa era mi fe.

El sábado pasó como cualquier otro día. El día anterior ingresó un compañero de habitación que era creyente. Por la noche vinieron unos jóvenes a verme. Tumbado en la cama y descansando, estuvimos hablando de todo un poco. En un momento determinado se hizo silencio en la habitación, nadie hablaba nada. No era un silencio normal, no. Alguien entró en la habitación y nos hizo callar con un silencio santo. No podría describir con otras palabras este momento. Sobrecogidos por este extraño silencio, nos mirábamos abiertamente y en paz unos a otros. Nadie lo quería estropear con sus palabras. Era algo parecido al momento previo del estallido de una tormetna; la naturaleza se calla ya que percibe la llegada de una fuerza mayor y la respeta en silencio. De repente, de forma espontánea, con naturalidad y tranquilidad, como por la orden de un director de orquesta, los jóvenes comenzaron a orar. Al mismo tiempo sentí que algo entró en mí, lo sentí claramente. Ese extraño silencio me había empapado, sentía un poder que fluía en mí, tan lleno estaba que temía explotar. Tenía palpitaciones y mi respiración era agitada pero no podía moverme. Uno de los jóvenes empezó a llorar. Mi compañero de habitación oraba cosas que yo no entendía. Yo estaba concentrado en lo que en mí estaba sucediendo. Cada uno de los que estaban en la habitación sentía la presencia de ese poder y sabían que algo estaba ocurriendo. Tenía miedo, pero ese Alguien que estaba en el ambiente de la habitación me impedía moverme… me rendí, le permití que entrara dentro de mí. Podía haberme negado a ello, pero no lo hice.

Todo comenzó a darme vueltas en la cabeza y la oración de los jóvenes se transformó en un fuerte clamor, algo sublime estaba por acontecer.

Entonces apreté mi cabeza entre las manos, y como una mujer que está de parto oí mi propio grito: “ahora el mal ha salido fuera”. El momento de máxima tensión había pasado y volvió la calma. Me tranquilicé pero todavía fluía ese poder en mi cuerpo. Me levanté temblando de la cama y me arrodillé, e inclinnado mi cabeza dije en voz alta y temblorosa una única palabra “!Dios!”. Me levanté, miré a los jóvenes que estaban orando y dije “ahora he nacido de nuevo”. Todos empezaron a llorar, lo que habían estado esperando había sucedido.

LOs jóvenes se quedaron un rato más en la habitación, yo no encontraba palabras; me sentía limpio como una hoja en blanco y no quería pronunciar nada porque temía mancharla.

Mi primer encuentro con Dios había sido brusco y sorpreesivo pero tan santo que ya nada volvería a ser igual.

Comencé a ver mi interior como si se reflejara en un espejo resplandeciente, Frente a él podía ver hasta lo más profundo de mi alma. NO veía solamente mis malas palabras y mis horribles fechorías sino también lo que estaba detrás de ellas, un corazón malvado y contaminado por el pecado. Veía que lo que había hecho en mi vida era malo, pero visto ahora desde otra perspectiva. era aún peor de lo que mostraban los hechos.

Después de convertirme pude encontrar las palabras para describir esta experiencia. Se encuentra en el Libro a los Romanos 7:18 “porque yo sé que en mí, en mi carne, no habita nada bueno”. !Nada!. !Realmente nada!. Aún en aquél que aparenta ser bueno vive el mal. Somos peores de lo que creemos.

¿Jesús?. No sabía quién era, sólo conocía a un Dios santo. Por lógica creí que existe el cielo y, como existe el cielo, también existe el infierno. Estas palabras sin la luz del Espíritu Santo son descripciones abstractas, pero con Él son verdad. Sentía tanta culpa por mis pecados que estuve temblando toda la noche. Veía mis pecados frente a la Santidad de Dios, frnte a la eternidad, pero… sin Jesús.

JOSÉ ORERO:

Y entonces fue cuando en medio de aquella niebla y bruma desconcertante, di el paso al frente. Recuerdo que estábamos en un campamento cristiano de la provincia de Segovia. Me parece que se llama Los Pinos pero no puedo afirmarlo con rotundidad. Es igual. Sé que estaba justo en las tierras que Camilo José Cela había descrito en su libro titulado “Viaje a La Alcarria”. Una noche, mientras todos los jóvenes dormían, pues yo En medio de la noche fría y oscura me levanté de inmediato y salí al exterior vestido solo con mi pijama. Junto a uno de los pinos me arrodillé y a solas, completametne a solas, le dije: “!Aquí estoy!”. Fue uno de los pasos más decisivos que he dado en mi vida. Y aunque no deseaba ser líder de nadie ni de nada, Él me destinó a ser líder. Acepté a pesar de la niebla (que parecía “unamuniana”), de la bruma, del silencio, de los rencores contra mí, de las murmuraciones contra mí, de las envidias y los celos y todas esas circunstancias que hacen enfermar el coraz´´on y el alma de ciertos humanos que no poseen la suficiente personalidad para saber qué es el verdadero CRISTIANISMO.

Así que volví todas las mañanas a entrar en el laberinto infernal con la conciencia de que jamás caerñia en la trampa de adorar al dios Dinero ni a la diosa Afrodita a pesar de las insinuaciones de una de las brujas que aseguraba: “!Nadie puede asegurar no traicionar a su esposa!”. Yo le respondí con total serenidad: “!Te equivocas de parte a parte. Yo pongo a Dios por testigo que nunca jamás traicionaré a mi esposa!”. Y le volvieron a rechinar los dientes como si se los estuvieran moliendo en un recuenco. Y es que no sabía queb el Espíritu Santo estaba dentro de mí desde hacía ya varios años, justo unos días antes de casarme con mi princesa Lina sde los Ángeles!. !Por supuesto que se puede vivir sin engañar jamás a una esposa si eres un verdadero cristiano!. !Y por supuesto que eso dura para toda la Eternidad!. La frase de la bruja, muy extendida entre las gentes que no conocen al Espíritu Santo, es totalmente falsa. Una falsedad diabólica.

Así que, ante la insoportable situación de celos y envidias que se estaban produciendo en ICEA por culpa de ello quizás, mi Princesa y yo (ya teníamos a nuestras dos hijas y las estábamos criando conforme a la Palabra de Dios) nos trasladamos a una comunidad cristiana que se encontraba a escasos metros de distancia de nuestra vivienda en El Batán madrileño. Fuimos recibidos con los brazos abiertos por un pastor extranjero y los hermanos y hermanas de la Comunidad; pero especialmente hicimos amistad sinceraq y verdadera con la familia chilena de los Contreras que habían venido a España para huir de la dictadura de Pinochet. Era una sabia decisión cuya iniciativa había surgido de mi esposa. Demostración de que las mujeres, cuando perseveran sin desmayar, son más fuertes que todos los machistas juntos. Y al mismo tiempo abrimos las puertas de nuestra casa para todas las personas necesitadas temporlamente de un hogar para poder vivir en España. Lo mismo que nos habían abierto las puertas a nosotros sin ponernos condiciones también hicimos lo mismo con los necesitados. Sólo pagaban lo que podían pagar. Y aún así en muchas ocasiones los tuvimos sin que nos pagasen nada. Me refiero al dinero. A ese dios al cual jamás adoramos ni mi Princesa ni yo. Y Dios que es justo, habló a través de Jesucristo y usando al Espíritu Santo: “Un día seréis millonarios para ser dadores alegres. Vosotros y vuestra descendencía”.

Un comentario sobre “Mi encuentro con Dios (por Olavi Skola y José Orero).”

  1. Profundidad en tus palabras diesel, tu fe es verdadera y autentica, solo puedo desearos a los dos felicidad y prosperidad y que todos tus sueños se cumplan, un beso amistoso

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