Cesárea era una vecina, una buena vecina, que vivía en un piso junto al nuestro y estaba casada y sin hijos.
Era como una pasita. Menuda, delgadita, con el pelo canoso eternamente recogido en un moño. Era muy cariñosa conmigo y con todos los demás niños de la vecindad y hablaba en un tono bajo, como disculpándose de tener algo que decir. No sé qué años tendría, desde luego mayor que mis padres, pero daba la impresión de estar avejentada.
Tenía, cuando ya no se veían por el mundo, una radio de galena que escuchaba afanosamente mientras repasaba la ropa. Nunca estaba quieta, pero tampoco era una de esas mujeres muy activas en su casa obligadas por la necesidad. Yo sabía que trabajaba, creo que como celadora en un colegio, y tenía un marido que iba de prepotente y antipático. A mí él me caía muy mal sin saber por qué.
Una noche volvimos del cine mis padres y yo, a la salida de la última sesión de una sala cercana. Cuando llegábamos a nuestro piso, vimos a Cesárea sentada en la escalera, llorando y con la cara hinchada y amoratada. Mis padres la hicieron entrar en casa, se decretó que yo me fuese a dormir y para mí se acabó saber más.
Después, de mayor, supe que lo de pegarla era habitual en el marido de Cesárea. No sé si bebía o no, pero el caso es que la pegaba. Así aguantó ella, año tras año, paliza tras paliza, hasta que él tuvo a bien morirse, para descanso suyo y de todos los vecinos.
Es sin duda, la historia de Cesarea una entre muchas y si la vieja era tan noble por qué su marido no la apreciaba como tal? Es duro ver como la mujer, prefiere no marcharse y quiere quedarse junto a ese hombre que la maltrata. Estudie casos asi para un proyecto, segun tengo entendido el hombre se lamenta por lo sucedido, prometiendo no volver a hacerlo jamas, por desgracia la promesa se evapora y vuelven las agresiones, hasta que el esposo se vuelve a disculpar, creando un ciclo de dolor. Es duro Carlota ver situaciones asi en nuestros conocidos o vecinos. Saludos.
Mucha conciencia resumida en tu texto, Carlota. Es cierto que existen muchas Cesáreas en la vida… y es cierto que nunca dejamos de quedarnos asombrados…