Tengo un lugar que yo misma me he construido mentalmente. Se trata de una pequeñísima cabaña, rodeada de vegetación, altos árboles y flores de todos los colores imaginables. Se escuchan los trinos de los pájaros y el ruido de pequeños animalillos al desplazarse entre las plantas.
No dispongo más que de una habitación para mí sola. Yo decidí el color en el que se debían pintar las paredes, para que resultara lo más relajante posible. También elegí un cómodo sillón, situado junto al único y gran ventanal de la estancia. Desde mi sillón puedo contemplar los árboles y recibir los rayos del sol naciente, pues el ventanal está orientado al Este.
También he elegido una mesa para poner unas cuantas cosas que son de mi agrado: mis piedras, mis conchas y caracolas marinas, mis velas, un jarrón con flores y una pequeña pecera con peces de colores. Y también, de entre todos mis objetos preferidos, me he traído uno que me atrae de forma especial: es un antiguo tintero de cristal tallado de mi abuelo.
Éste es el lugar que he creado en mi mente y que me acoge en cualquier momento que lo necesite. Cuando tengo algún problema, cuando los nervios me atenazan, me basta con refugiarme mentalmente en mi santuario para sentir alivio. Cuanto más lo frecuento mayor es el efecto benéfico que recibo.
Este lugar no es suficiente para sustituir lo que una reunión con la familia o una charla relajada con amigos nos puede aportar, ni lo pretende, pero sí sirve para algún momento en que nos podamos sentir afligidos o nerviosos.
Yo creo que todos necesitamos de un refugio, para encontrarnos a solas, con nosotros mismos y rendirnos cuentas de lo acaecido y hecho durante el día. Hay personas que le dan forma virtual, como tú, y otros que lo mantenemos como forma de silencio meditativo en la soledad. Este refugio llena de relajación nuestro espíritu y nos insufla fuerzas para el devenir diário de la vida colectiva en sociedad. Nos infunde el ánimo suficiente, para ir pasando los días, de nuestra rumorosa existencia.
Un texto que invita a la reflexión, dentro del propio refugio, que utiliza cada uno.
Un saludo.
Todos tenemos un refugio escondido en el interior de nuestras personalidades donde nos recogemos en las horas duras para reconfortarnos con la paz y con el sosiego. Tu refugio soñado es hermoso, Carlota, por lo que tiene de belleza interior adornada de esa naturaleza que has pintado. me gusta mucho eso del tintero tallado de tu abuelo porque me recuerda aquellos días de refugio con la plumilla en la mano, dibujando poemas en un trozo de papel. Muy bello tu refugio, amiga Carlota. Felicidades.