Miro a Toby y le cuento.

Miro a Toby y le cuento historias profundas que le llegan al fondo de su alma. Porque Toby sabe esperar a que llegue la Luna para escuchar.

– Érase una vez un espacio donde los vientos soplaban leves. En él habitaban los Duendes de la Fantasía. Allí, en medio de la magia de cada hora del día, siempre aparecía uno muy especial. Se llamaba como tú, Toby, se llamaba como tú y sonreía. Hasta que la última de las estrellas bajaba del cielo y se posaba sobre él para encender sus sueños.

– ¿Qué deseas soñar hoy, Toby?.

– Ser El Duende del Amor.

– Necesitarás entonces buscar entre las Hadas a ver si existe alguna que te quiera amar…

Toby no se amedrantó ante tamaña empresa. Se fabricó unas alas de tela azul celeste y, confundido con el mismo cielo, se dirigió hasta la Alta Montaña del Misterio. Era como tú, Toby, se llamaba como tú, Toby y sabía soñar y sonreír como tú, Toby. Así que llegó el momento en que los cielos se habían acabado y, tras ellos sólo quedaba el vacío. ¿Sería posible que no existiera la Alta Montaña del Misterio?. El caso era que necesitaba urgentemente ser amado y no lo pensó ni un sólo segundo. Se lanzó al vacío.

Entonces fue encontró la Alta Montaña del Misterio y, en medio de ella, un círculo de Hadas jugando al eterno juego de encontar un Príncipe Encantado.

– Él no era un Príncipe Encantado, al igual que tú, Toby, pero sabía soñarlo igual que tú, Toby, e igual que tú obtuvo la recompensa.

– Hola… Díme quién eres y si aciertas a la primera saber quién eres de verdad entonces seré tu compañera eterna y me casaré contigo.

El Duende Toby no lo podía comprender del todo… ante la presencia de aquella extraordinaria belleza natural que le estaba mirando a los ojos.

– ¿Saber quién soy yo en realidad?.

– Sí. Saber quién eres tú en realidad.

– Eso es imposible saberlo…

– No creas. Nada es imposible en la Alta Montaña del Misterio. Si no sabes quién eres tú en realidad no podré casarme contigo.

Toby entendió, como tú también entiendes, Toby, que es necesario cerrar los ojos para saber quién se es en realidad.

– Cerraré los ojos bien fuerte… y cuanto más los tenga cerrados más me penetraré dentro de mí hasta llegar al centro de mi existencia y saber quién soy en realidad.

– Bien. Ese es buen camino para tu propia búsqueda. Cuando hayas encontrado la respuesta ya no tendrás que buscarme más porque yo entraré en el conjunto total de ella.

Entonces entendió el Duende Toby que sólo era el Amor la única respuesta verdadera de sí mismo.

– Yo soy el que te está amando… sólo eso… nada más que eso… y fuera de eso no soy absolutamente nada más…

El Duende Toby se convirtió inmediatamente en Príncipe Encantado y la encantadora Hada entró en su corazón para convertirse en Princesa del Sueño.

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