Si tuviese que dar hasta la última gota de mi sangre para que fueses feliz, la daría. Si hubiese de padecer algún estigma o enfermedad extraña para ello, lo aceptaría igualmente.
Sé muy bien que la felicidad es algo transitorio, que depende en gran parte de nuestra capacidad para encajar los golpes de la vida y para refugiarnos en las cosas familiares cuando todo nos parece que se derrumba a nuestro alrededor. Sé muy bien de los agridulces recuerdos, que nos hieren y nos acompañan a la vez. También sé que pasamos por etapas muy diferentes, en las que parece que la vida decididamente nos conduce por sendas indeseadas.
Todo ello debe llevarnos a la aceptación y, sobre todo, a la aceptación de nuestro propio yo, porque nosotros mismos vamos labrando el camino que recorremos. No sin lucha, claro está, pero solamente llegando hasta donde podamos llegar en esa lucha.
Ánimo, alma mía, deseo que encuentres tu verdad y la clave de tu paz interior.
Muy serio y profundo tu pensamiento en este texto, Carlota. Rubrico todo lo que dices en él. Me alegra verte de nuevo por aquí, una vez reiniciado el Vorem, con el mismo ánimo transitivo de siempre. Felicidades por tu hondo tex
to.
Me parece un texto sublime, de madre a hija, de hija a madre, de hermana a hermana,aún así no deja de ser conmovedor. Da una enorme alegría saber que todavía hay gente, que se preocupa más por los demás, que por sí misma.
Me alegro de que estés felizmente de vuelta.
Un saludo, un beso y una flor.
Yo creo que si que encontrará la paz interior con personas como tú a su lado o cerca de él. Un abrazo preciosa. Alaia
En nombre de cualquiera que este perdido por la vida te diría: ¡Gracias! Esto hace pensar que quizá no todo sea lo que parezca a simple vista.
Por mi vista, desearía tener una amiga que lo explicará todo lo complicado de duna manera tan sencilla… Un saludo carlota!