Miro por la ventana desde mi posición, incorporado y con medio cuerpo dentro del saco, por si veo a alguien. Inconsciente mente, me veo con la navaja abierta de nuevo en la mano derecha. Esto no me gusta un pelo. Lo de los ratoncillos ha estado gracioso, pero no se porqué la sensación que tengo ahora es muy diferente, se huele en el ambiente que me rodea.
Los ratones no se han acabado toda la comida, han debido huir tras el estruendo que allí hay. Los golpes siguen, pero ahora son a intervalos de 5 y no de 3 como antes! Venga, a ver si es alguien que pide ayuda o algo! A ver si van a ser los albañiles que estaban con la mula que me están gastando una broma…Como sean, les parto la cara a todos, porque esto ya no hace gracia.
Bajo del altillo sin encender el frontal, con mi pequeña arma blanca en la mano…Estoy en la puerta y acaban de golpearla. Sube la adrenalina. Siento calor, mucho calor hasta el punto de sudar. Luego escalofríos muy fuertes. Por la ventana no veo a nadie. ¡Dios! Abro, o qué hago ¡venga no tengas miedo, lo que tenga que ser será!
Quito el cerrojo de arriba y abro la media hoja superior, a modo poli de la tele… Me aparto un par de metros hacia atrás y miro a un lado y a otro. No veo nada. Me acerco sigilosamente de nuevo hacia la puerta.
Fuera, una fina niebla envuelve el paisaje nocturno. Abro la hoja de abajo. Salgo del refugio con más miedo que Carracuca. Allí no hay nadie. Me doy la vuelta al refugio ya con el frontal encendido sin mirar atrás, esperando encontrarme algo, no sé, unos ojos de animal brillando en la oscuridad, algún gracioso, no sé, algo. Tengo un radio visual de unos 50 metros y no hay nada.
Permanezco en el poyete de fuera del refugio, sentado durante unos minutos con la espalda apoyada en la pared del mismo. No oigo nada. Hace frío y decido de nuevo volver adentro.
Intento buscar una explicación pero no la encuentro. Esos golpes… ¿de qué y de quién serían?
En el saco y muy cansado, compruebo que se ha hecho el silencio. Vaya nochecita que estoy pasando. Ha pasado más de una hora y sigo sin dormir en condiciones. Ahora me cuesta conciliar el sueño hasta el punto de pensar que no voy a dormirme ya. Los últimos acontecimientos me han alterado mucho. No creo que me duerma, no me duermo ya.
En el silencio, nuevos ruidos. Esta vez dentro del refugio. Proceden de la mesa donde tengo el desayuno, metido en un par de bolsas de plástico. ¿Estos cabrones de ratones no han tenido bastante? Pero… si es imposible que un ratón se suba ahí…lo he comprobado antes.
Como otras ocasiones esta noche mi mente intenta encontrar una explicación coherente a los ruidos que ahora produce la bolsa de mi desayuno. Me ponen la piel de gallina, parece que se hacen precisamente para eso, para inquietarme, para que no encuentre una explicación de por qué la bolsa suena así. Se retuerce, se aplasta.
Enciendo el frontal en varias ocasiones y el sonido cesa cuando hay luz. Así en reiteradas veces, tal y como pasaba con los ratones, pero si hubiera alguno en la mesa lo vería con seguridad encima de ella ya que no es muy grande.
La bolsa sigue sonando. Empiezo a pensar que al abrir la puerta del refugio, mientras buscaba fuera, “algo” ha podido aprovechar para entra y ahora está aquí, conmigo.
La bolsa sigue sonando como si la aplastasen, como si la retorcieran. Vaya noche que estoy pasando. ¿Podrían ser imaginaciones mías? Algo seguro sé: cuando he abierto por última vez la bolsa, la he dejado anudada y bien hacia arriba, por si a los ratones les daba por subir de alguna forma posible en la que yo no hubiera pensado… Tiene que haber sido eso, seguro.
Bueno, voy a ver la bolsa. Bajo de nuevo con el frontal encendido en dirección a la mesa. Ya no hay ruidos pero siento algo a mi alrededor que no me agrada, no me encuentro a gusto, sensación de desasosiego. Para sorpresa de mis ojos, la bolsa está aplastada. Aquí hay algo, miro a mi alrededor con el frontal, tras de mí, a los lados con el frontal, arriba… desesperado. Siento escalofríos y más desasosiego. Con la bolsa en la manos veo lo que me confirma totalmente que esto no ha sido obra de algún animal, es que el nudo de la bolsa esta casi deshecho…
Me tengo que ir de aquí, me voy de aquí YA. Venga, coge las cosas, haz la mochila y sal de najas de aquí. Los acontecimientos han ido a peor a medida que la noche ha avanzado ¿Qué será lo siguiente? No quiero pensarlo, ni quiero pensar en la cumbre de mañana, la Alcazaba, ya he tenido bastante con todo esto. No puedo seguir más tiempo aquí.
Hacia las cuatro de la mañana y con noche cerrada emprendo el camino de vuelta al coche, en el que emplearé algo menos de tres horas, habiéndome desviado del camino, teniendo que retroceder y retomarlo de nuevo, cuando para ir y sin tener problemas de localización del camino tardé casi cuatro horas…
En el frío del amanecer y con el cielo despejado, llego al coche. Es viernes y casi las siete de la mañana. Tras enviar un sms a Laura diciéndole donde me encontraba, me siento dentro. No he parado en ningún momento durante el regreso, sólo a veces miraba hacia atrás…Tampoco he bebido, ni desayunado y el cansancio después de tantas horas non stop, a esta altura y con lo acaecido, me ha matado…
Dentro del coche, el cálido sol se refleja levemente en mi cara. Qué bonito son los amaneceres, son el calor, la vida…Con tranquilidad y paz en mi interior me dejo llevar…no puedo más…mi cuerpo se desvanece… ¿qué había allí? Me pregunto ¿qué había allí?… me duermo…
Un comentario sobre “Misterio en el Mulhacén (III)”
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La soledad ,juega siempre malas pasadas, en los sitios desconocidos, a las pesonas susceptibles a la aprensión. La noche y su silencio, llenan de temores, la imaginación de las mentes propensas a la fantasía.
Me gustó la historia.
Un saludo.