Más allá de lo soñado nos queda siempre lo que vivimos. Si vivir es un sueño, como dicen los poetas, continuamente somos soñadores de todo aquello que experimentamos. Cada día tenemos un sueño por cumplir que a veces se realiza y a veces se nos hace imposible de realizar, pero a un sueño siempre le sucede otro y otro y otro… y al final, según hemos estado viviendo, todos ellos conforman la realidad de nuestras experiencias. Y eso, eso es lo que verdaderamente importa y llena de emociones la vida. Soñemos con un quehacer todavía pendiente que nos convierta siempre en seres vivos y soñemos con un futuro que estamos elaborando continuamente en nuestro presente. Nos queda siempre lo que vivimos que es lo mismo que decir lo que continuamente estamos soñando. Nada de tirar la toalla en el primer asalto de la vida. En cada esquina del cuadrilátero de nuestra existencia hay miles de sueños (unos deseados y otros desconocidos al principio) que están esperando a que venzamos por puntos a ese fantasma llamado desilusión. Respira. Toma aire. Y sigue luchando por tus sueños. Y que al final de todo el espectáculo podamos decir, todos a una, eso que ya dijo Pablo Neruda: Confieso que he vivido.