En mitad de este cálido verano tuve ocasion de asístir a un “hermosísimo curso” sobre la cultura y el pensamiento del ser humano en el siglo XVIII. Estamos muy lejos de aspirar a la inmensa búsqueda de las razones de “todo”, y nos situamos en esa línea que demarca el dejar que “algo o alguien genere los cambios”. En el fondo, sentimos la clara necesidad de que alguna señal nos dé pistas sobre la realidad en la que vivimos, los valores que debemos manejar y la adaptación a un pre/futuro. En medio de la gran catástrofe política, las inquietudes viajas hacia “la gran estrategia viral”. Presiento un juego, un tanto cruel, en procurar el cuidado y bienestar físicos…a costa de bichitos invisibles que han andado campando a sus anchas por toda la historia de la humanidad.

Es curiosa la relación entre “crisis” y “salud”. Mientras los grandes viajeros del XVIII traían muestras de mundos desconocidos, aquí, en nuestra España Vertebrada y con varias hernias discales”…la suerte de estar vacunado es ya un logro histórico. Y mi sorpresa ha llegado al límita, cuando eschucé a una jovencita explicar a una amiga, que la moda actual, lo más “in” consiste en que te “echen del trabajo”, porque la empresa da cerrojazo y aquí usted sobra. No es ni natural, ni mucho menos ético el estar consumiendo al pueblo con situaciones de tan “alto nivel de gravedad”. Cuando no existe ni imaginación ni capacidad ara generar “esperanzas reales”, quizá haya que regresar, con consciencia y claridad, a realizar nuevos viajes, no a la luna ni a marte, sino a los mercados y tiendas pequeñas, a las librerias de segunda mano, a los bancos de las plazas, y si encima no estamos vacunados…puede que mejoremos en muchos aspectos.