Contamíname, mézclate conmigo… o eso decía una canción, pero todas las contaminaciones tóxicas deben acabar si no queremos morir envenenados.
Historias de gansters y mafias, de gente que vende su cuerpo, que calla sus conciencias y su malestar con drogas para la mente y dinero para el bolsillo. Gente que goza de una libertad no deseada y otros que dicen estar dispuestos a acabar con su vida porque se les va a privar de la suya, a la que tan mal uso le dieron. Demasiadas subtramas para una historia repleta de puntos de giro pero que consigue ir siempre en la misma linea: La mentira, como motor de todos los problemas y de todas las falsas soluciones.
Una historia que, a un espectador con cierta empatía, le resultaría difícil limitarse a ver desde fuera sin llegar a implicarse en alguna de sus partes, porque si de una película de cine se tratara, te haría revolverte en la butaca por el miedo y la impresión, y una vez dentro de la historia te haría arrancar el asiento con las uñas por la rabia y el dolor que te produciría.
Una historia que te hace estar alerta cada segundo, y que si te relajas, al momento siguiente descubrirás lo que te perdiste cuando no mirabas, porque cada una de las cosas que ocurren permanece presente cuando sucede la siguiente.
Con arquetipos de personajes, con un protagonista que lo único heróico que hace para considerarse héroe es seguir vivo. Su pasado constituye el detonador de su fatídico presente, y para él, pasado y presente son sólo ladrillos de humo negro con el que construir un futuro incierto.
Lo que el protagonista de esta historia no sabe es que si su principal enemigo le acecha cada día es porque éste resulta ser él mismo.
Yo nunca quise formar parte de historias para no dormir ni quise quitarme el sueño a mí misma.
Rechazo mi personaje y abandono la obra, no sin haberlo intentado antes, pero es que hay demasiados obstáculos, el lastre pesa demasiado, y en mi final todo ya es demasiado.
En una escena en la que aparezco solo con el protagonista, mi personaje hace mutis por el foro y termina su actuación.
Fin de mi 2º acto, aunque la historia continúa para los demás.
Adiós, ¿a qué tanto melodrama? Es duro como cualquier otra cosa, pero hay gente que vale la pena: yo me quedaría. La verdad es que has entrado en escena como derepente y ahora haces mutis. Es una pena, pero es tu decisión. Sólo te digo que no hace falta ser corifero para estar bien, hablándote en tus propios términos…
Contamíname, mézclate conmigo…
Esa letra es hermosa si aprendes a leerla desde otras perspectivas, desde lo grato del encuentro con el otro, desde la subjetividad que se entreteje desde las miradas, no contamina, si sabemos mirar, sin nos deshacemos, si encontramos puntos de fuga para sobrevivir. No todo es contaminado y tóxico…
Una humilde opinion…
Intenta salirte de esa tristeza mundana y tibia que va a lograr congelarte!
saludos