Nadie sabré que por aquí pasaste.

Algo me despierta, con esas inquietud del nuevo día.
Alguien me recrimina que es tarde,
el cansancio me domina y no hay aire.
Las cadenas de la monotonía son presagio de
un nuevo día.
Renuncio a ser reconocido
y me desvanezco entre la música y el caminar corriendo.
Autobuses cargados de despiertos o dormidos,
ateridos por el mismo frío interior de ser existencias
viajeras, de ída y vuelta.
La puerta abierta y el vacío acaba.

Un comentario sobre “Nadie sabré que por aquí pasaste.”

  1. Me gustó, compañero, porque da sensación de apertura hacia el pensamiento. En medio de la colectividad anónima crece el reconocimiento más verdadero de un ser. Es la mejor manera de no sentirse dormido…

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