Ángeles, decidme si en la oración está el llanto, si por llorar subiré más alto al cielo.
Ángeles, si por miedo me detengo, si por rabia no soy capaz o si por amor hiero, decidme aquello a lo que mi alma sepa responder pero no me condenéis con el silencio más absoluto del alma.
Ángeles, seríais hombre, mujer, niño, pájaro, flor…pero ¿ahora que sois? ¿Sois la luz de la esperanza?
Sabéis, la noche empieza a brillar tras la luna, ahora pareciera que las sombras de mi cuerpo escaparan de mi control para volar hacia donde yo no las quise antes llevar.
Ángeles, el día llegará y dejaréis que los minutos transcurran sin interrupción pero que sepáis que si de mi dependiera escucharía cantar vuestras voces en cada lento paso de mi vida.
Ahora soy una pluma que muy despacio calló del cielo y que no tiene peso para volver a subir.
Veo una luz brillar, una luz tan blanca como mil reinos de una infinidad postrada a mis pies y a escasos centímetros.
Y esa luz deslumbra tanto que quisiera sacarme los ojos para solo ver con el alma.
El viento resurge. Camino y sin saber arrastro a mi ingenuo ser hasta el más allá jamás conocido.
Ángeles…mostrarme el destino de esta vida que un día agarré tan fuerte como al aire que respiro y recordadme que quien fracasa es quien olvida.
Citas palabras grandes. Hay luz de alma en tu relato. No es necesario olvidar para seguir adelante. La luz del alma es más poderosa y sigue creyéndolo así. Tu relato demuestra esperanza y futuro. Así que no dejes de seguir. Un abrazo amistoso.