Hoy os cuento algo que no es mío…, pero que si me ocurrió a mi…y que me encantó como analogía de ser humano y naturaleza…, y que me habló de mi…
Paso mis días frente a un ordenador, en el segundo piso de una facultad, que resulta ser el último edificio por uno de los lados de la ciudad, así que al otro lado de los cristales de las ventanas nuestras miradas son verdes, o amarillas si es verano, pero se impregnan del color variable de la meseta…, y de algún que otro árbol que tenemos enfrente
Casi cada mañana, mi director de tesis (Félix, una persona adorable, que a sus 61 años, ama la vida y todo lo que ésta ofrece con todas sus ganas) entra a saludar en algún momento…, casi cada mañana nos regala alguna de sus anécdota, con los alumnos, o con cualquiera de los muchos temas y personas que trata…, siempre con una lección importante tras sus palabras…
Una mañana, una soleada mañana a primeros de febrero, entró como siempre en el seminario, ese día sólo estaba yo…, se dirigió directamente a la ventana (supongo que, conociéndole, atraído por la cálida luz a través de la ventana), me preguntó cómo estaba y me pidió que me acercase con él a la ventana:
– Ven Noelia, acércate…
Me levanté de la silla y me coloqué a su lado. Me miró (con la luz de la mirada de las personas vitalistas como él), me puso la mano sobre mi hombro, y me dijo:
– Noelia, mira el almendro (tenemos un almendro justo enfrente de la ventana), ¿te das cuenta de lo impulsivo que es el almendro?
Yo, con absoluta sinceridad pensé…¿de qué me está hablando Félix?, aunque sabía que diría algo que me fascinaría, así que le miré a los ojos con cara de impaciencia esperando una respuesta que yo, por el momento, no era capaz de dar.
Entonces él me dijo:
– Si, Noelia, el almendro es un árbol muy impulsivo, muy pasional, confiado, incluso a veces inocente…
Yo no dejaba de mirarle a los ojos tratando de adelantarme y saber qué trataba de decirme…, y rápidamente me explicó el porqué de su observación:
– El almendro Noelia, es tan pasional, que en cuanto nota los primeros rayos de sol de finales de enero o febrero, enseguida florece, con mucho entusiasmo, es tan pasional, pero claro, cuando llegan las lluvias de abril, el almendro sorprendido, inevitablemente pierde la flor y se decepciona…, una gran decepción para el almendro…. Aunque, el almendro, no pierde la esperanza, y al año siguiente, nuevamente, con los primeros rayos de sol nuevamente vuelve a florecer…el almendro nunca pierde la esperanza…; es todo lo contrario a la vid, la vid es sagaz, desconfiada, muy prudente, no se arriesga, así que hasta septiembre no da sus frutos, porque aunque se ha perdido muchos rayos de sol, se asegura de soportar cualquier tempestad…
Yo, durante todo su discurso era incapaz de atender a otra cosa que no fuese a él ni de mirar a otro lado que no fuese al almendro…, tras unos instantes de silencio, sólo pude decirle:
– Félix, yo soy almendro…
A lo que él respondió:
– pues Noelia: “Nihil Nimis” (nada en exceso o todo en su justa medida podría ser)…
Yo respondí: Félix, y cuando la emoción es fuerte, ¿cuál es la justa medida?…
Así, comenzamos una pequeña conversación que todavía hoy, un año después, sigo recordando, una conversación que he contado muchas veces a mis mejores amigos…, y que hoy os dejo en un puñado de líneas, sabiendo que en estas líneas dejo mucho de mi…, y que ahora veo en fácilmente en las personas almendros o vid…
Que cada cual sea almendro o vid, o todo junto, siempre o a veces…
Un abrazo
Me encantan los almendros, Noelia, cuando están cargados de flores, cuando están en su máximo esplendor impulsivo y yo creo que los almendros siempre ganan a cualquier decepción o tristeza porque son señales de plenitud. Tu profesor director de tesis debe ser una gran persona vitalista. En cuanto a la vid me gusta recordarlas en plena sazón porque un día me ocurrió una gran aventura en época de vendimia (yo iba de viaje y terminé vendimiando) pero ya lo contaré a través de mis diarios en el Vorem. La vid es comedida, sensata, pero al final se desparrama en saludable lozanía, al igual que todo lo que hay de natural… !y qué refrescante es un buen racimo de uvas recién cortado de la vid!. Bueno, Noelia, extraordinario tu texto. Estoy seguro de que esas reflexiones te vendrán de maravilla para tu tesis.