Niño de la calle

Mirádme bien…
soy ese cúmulo de soledades
cuya tristeza arrojáis día a día
al basurero de vuestras hoquedades,
el frío caminar de los pies desnudos
y los harapos de vuestra sinrazón.

Tengo un corazón hecho a pedazos
de tintas incoloras…
de cierzos ventosos abatiendo
la imposible sonrisa de mi infancia
con la infame salvación de los neutrales
despertándome un hambre de caricias.

Mirádme bien…
mi sueño no tiene grandezas
de ilusiones amando la existencia.

Mi sueño es sólo un cerrar de ojos
para morir día a día en los caminos
saltando cercas para no ser alcanzado
por los dardos de vuestra punzante condición.

Civilización llamáis
a vuestras puertas canceladas…
y en los umbrales siempre quedo yo
imaginando que abrís una rendija a la conciencia.

Mirádme bien…
sólo tengo un espacio ya vacío
de tanto mendigar amores
posibles únicamente en mi memoria.

Mirádme bien porque hoy
voy a seguir muriendo un poco más.

No miréis los ojos de mi rostro…
no halaréis en ellos nada más
que un mudo silencio atrapado
en la fría noche de esta ciudad
a la que llamáis convivencia.

Sé que sólo es una mentira
inventada por conciencias ajenas
a mi frío…
a mi hambre…
a mi soledad.

3 comentarios sobre “Niño de la calle”

  1. Parece que nos hemos puesto por fin en el camino de hacer poesía y reflexiones con el espiritu critico, que tanto hace falta hoy en dia. A ver si entre todos conseguimos concienciar a la sociedad y a nuestros dirigentes de que existe ese otro mundo marginal, que sólo se puede arreglar con la participación de todo el género humano. Me uno a tu critica y a todas las que tengan como trasfondo el salvaguardar a todos los seres humanos.

    Un saludo.

  2. !Cómo me ha llegado al alma!. Esos pequeños niños que desde que nacen vivien la tragedia de la marginación social se merecen toda nuestra ayuda. Es necesario pedir al mundo cobijo para esos niños. Tu poema es sencillamente humano, tremendamente humano, bellísimamente humano.

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