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El poeta del Simbolismo francés del siglo XIX, Stéphane Mallarmé, decía; “Le lit aux pages de vélin tel, inutile es si claustral, n’es pas le lin!. (El lecho es de vitela finísima, claustral y tan inútil. !No es de lino!.
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Juan y María hace 25 años que se casaron. Tienen en su alcoba una cama matrimonial tan grande y decorativa que pueden dormir plácidamente en ella hasta un total de 4 personas sin molestia alguna. Pero Juan y María, que se casaron por intereses económicos y sociales, siempre duermen, desde los mismos inicios de su vida conyugal, cada uno en una de las esquinas de la amplia y cómoda cama. En medio de ellos, todas las noches existe un “agujero neggro” cósmico/terrenal donde sólo existe un inmenso vacío.
Juan y maría nunca se besan ni se abrazan en la cama. Cuando tienen frío se autoconsuelan abrazándose a sí mismos. Juan es un importante hombre de negocios (un industrial millonario) que sólo piensa en su carrera política dentro del PP y María es una famosa abogada llena de grandes clientes millonarios. Juan y María nuca leen a medias el periódico y nunca van unidos de las manos por las calles. !Jamás se atrevieron nunca a cruzar juntos un semáforo en rojo!.
María, a pesar del desamos continuo existente entre ella y su esposo, siempre le ha pedido a éste que le de un hijo. A ello siempre se ha negado Juan diciedo que un hijo es un estorbo innecesario.
Cada uno de los dos componentes de este singular matrimonio tiene sus secretos sueños que no los comparten con la otra “mitad”. En el velador de Juan repsosa siempre su ya abultado “curriculum vitae” que cada dia sigue aumentando de forma extraordinaria. Juan sueña solamente con llegar a ser un día ministro en un gobierno del PP y… !por qué no!… sueña con llegar un año no muy lejano en que pueda alcanzar a ser Presidente de la nación.
Lo que tiene María en la habitación es un enorme (bien enorme) gato de peluche al cual le ha puesto de nobre Benito… y sueña con tener una hija (no un hijo sino una hija).
Ambos desayunan por las mañanas de forma separada. Ambos buscan en la nevera y, por su cuenta, se preparan sus desayunos con un simple hola mañanero sin besos ni caricias. Luego cada uno toma su propio coche y se dirigen a sus jornadas laborales. Juan y María no se ven nunca durante el día y sólo por las noches se dicen hola y se van a dormir cada uno a un costado de la enorme y mullida cama sin tocarse, sin besarse, sin acariciarse… y cada uno con sus sueños individuales.
Juan, cuando tiene ganas de hembras, recorre los lupanares de la Gran Ciudad… y ella tiene un amante secreto llamado Benito (de ahí que ese sea el nombre de su enorme gato de peluche). Juan siempre que está de prostitutas llega a casa con un horroroso perfume de mujer viciada y huellas de carmen en su camisa. Ella sólo sueña con tener una hija (nunca un hijo sino una hija) con su amante Benito (que le manda diarimente bellos ramos de flores) para ponerla de nombre Soledad.