SU MAJESTAD EL GOL (para DIESEL)

Era la última jornada, y nuestro equipo necesitaba ganar para obtener el campeonato. Antonio, nuestro entrenador, nos daba las instrucciones finales antes de saltar a la cancha.

-¡Quiero el apoyo continuo de todos!.

-¡Juanito y Manolo! vosotros sois los extremos y teneis que pegaros a la banda para “ensanchar” el campo.

-Ellos saldrán a defenderse, porque con el empate les basta.

-¡Ojo con el “9”!. Vigiladle bien, porque es el máximo goleador de la competición.

-¡Y tú Victor! a lo tuyo, no vayas a pifiarla.

Victor esbozó su característica sonrisa, entre irónica y burlona, que tanto desconcertaba al “mister”; pero que, paradójicamente, generaba una gran dosis de confianza entre todos sus compañeros.

La primera parte del encuentro fue anodina y sin goles. A los veinte minutos expulsaron a Manolo como consecuencia de una entrada, un tanto brusca, que un jugador del equipo contrario se encargó de teatralizar en demasía.

La segunda mitad estaba siendo durísima. Jugábamos con diez hombres y, por mas que lo intentábamos, no conseguiamos marcar el ansiado gol. En el minuto treinta, aproximadamente, nos castigaron con un penalty en contra; y el famoso “9” del equipo contrario lo mandó, afortunadamente para nosotros, a las nubes.

Transcurría el minuto 44 de este segundo tiempo cuando ocurrió el prodigio. Tengo las imagenes grabadas en mi retina, y las recuerdo como si fuese un hecho acontecido en el día de ayer.

Victor controló, con el pecho, el balón en nuestra área chica. Lo bajó al suelo y salió con la pelota perfectamente dominada. Progresó con el esférico, driblando al primer contrario que le salió al paso, se desembarazó del segundo enemigo con un sutil quiebro de cintura y continuó avanzando hacia el centro geométrico del campo.

¡Atrás! Victor, ¡atrás! le gritaron sus compañeros. Antonio, el entrenador, le increpaba igualmente desde la banda: ¡Victor, sueltala y vuelve para atrás!.

¡Pero donde va ese loco!; ¡atrás chaval! exclamaba el público, sin dar crédito a lo que veía.

Victor no escuchaba a nadie. Seguía avanzando y, al llegar a la altura de su medio campo ejecutó un pase profundo y en diagonal a Juanito (el extremo izquierdo de su equipo) y continuó en frenética carrera para adentrarse en terreno contrario por el llamado “carril del 8”.

¡Corría sin parar!. ¡Tenía que llegar!. Sabía que su compañero Juanito, si se deshacía de sus rivales, colocaría un balón bombeado sobre el área contraria; y él debia de estar allí en aquel momento crucial.

¡Su minuto de gloria había llegado!. Corría y rezaba para que los acontecimientos se sucedieran tal y como él había imaginado.

El público había enmudecido y seguía con enorme expectación el desarrollo de la jugada. Todos los compañeros de Victor estaban paralizados, a excepción de Juanito que, tras recibir el cuero se pegó a la banda e inició una veloz carrera; tal y como Antonio, su entrenador, le solicitaba continuamente durante los entrenamientos. Regateó a tres contrarios y se internó en la zona defensiva rival, en donde ahora se encontraba “gambeteando” con el balón y esperando el momento preciso del pase definitivo.

¡Y llegó el momento!. El habilidoso extremo picó el esférico colgándolo en el área rival. Victor, que seguía corriendo, elevó su mirada al cielo observando como la pelota surcaba el aire, en magnífica parábola, por encima de los defensores. ¡En ese momento fue consciente de que jamás llegaría a rematar el cuero con el pie, tal y como era su intención!

Cualquier otro en su lugar hubiera claudicado; ¡pero Victor no era un jugador cualquiera!

¡No lo dudó! y, sacando fuerzas de Dios sabe donde, dió un poderosísimo salto lanzándose en plancha hacia el punto donde el balón caía suavemente.

¡Fue un bello testarazo a ras de suelo!. El esférico tomó un nuevo impulso como consecuencia del tremendo cabezazo; e inició una hermosa trayectoria, a escasos milimetros del suelo, para ir a alojarse en las redes de la meta contraria; ante el estupor de todos los jugadores y haciendo inútil la estirada del arquero rival que veía, impotente, como el cuero pasaba a escasos centímetros de sus manos.

¡Gol!. ¡¡Gool!. ¡¡¡Goool!!!. La mágica palabra salió de las gargantas de cientos de aficionados mientras todo nuestro equipo se fundía en un amasijo humano; abrazando, estrujando y besuqueando al héroe de la contienda.

Cuando Victor quedó liberado de los achuchones de sus compañeros todos pudieron contemplar una sonrisa en su rostro. Era aquella sonrisa, entre irónica y burlona, que tanto prodigaba.

No hubo tiempo para mas, el árbitro dió por finalizado el partido escasos segundos mas tarde.

¡Fue un gol maravilloso y extraordinario!.

Maravilloso por su esmerada y cuidadosa elaboración; y extaordinario porque fue conseguido por Victor, que jamás había anotado un gol y nunca mas lo volvería a marcar, ya que Victor era ¡¡EL GUARDAMETA DE NUESTRO EQUIPO!!.

Este relato no es imaginario. Se trata de un hecho real, y acaeció durante una hermosa mañana de domingo, de finales de primavera del año de 1.974. El lugar del acontecimiento fue el llamado “campo del gas”, hoy tristemente desaparecido, que se encontraba ubicado junto a la Glorieta de Embajadores, en la ciudad de Madrid.

Todavía hoy, cuando paso por los aledaños de lo que fue el estadio, me estremezco al recordar aquella maravillosa vivencia.

Tengo la enorme satisfacción de dedicar este relato a DIESEL, uno de los grandes pilares de VOREM.COM, del que me consta que, como yo, siente un gran amor hacia el deporte en general; y hacia el fútbol en particular.

Saludos, y hasta la próxima.

2 comentarios sobre “SU MAJESTAD EL GOL (para DIESEL)”

  1. No me gusta el fútbol ni lo entiendo; pero si todas las situaciones son tan bonitas como la que nos has contado ¡me apunto al balompié!

    Un abrazo, y enhorabuena por el texto.

  2. !Me emocionó el relato H20!. Efectivamente me llenó de entusiasmo la trama y cómo la has ido desarrollando. Me encantan, como dices tú, todos los deportes y en especial el fúbol y mi cuerpo se estremeció cuando narras que fue un gol extraordinario (de un meta loco de fútbol y magia) porque citas que sucedíó en el popular Campo del Gas de Madrid (ya desaparecido). Porque… !!!yo jugué multitud de veces en dicho campo!!!. Un abrazote fuerte y sano de amigo y compañero. !Texto magistralmente escrito para quinees nos deleite leer y escribir de deportes!.

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