MADRID- Es la una de la tarde. Un grupo de jubilados juega, como cada mañana, junto al Dragón del parque de La Elipa. Apenas un par de rayos de sol se dejan filtrar entre las cartas y el dominó de los mayores. Se respira ambiente de barrio. Gente que compra, va y viene; los niños salen del colegio; tiendas, autobuses, un parque y… una estatua con forma de dragón. «Es el símbolo de este barrio», relata Belén. A sus 26 años, lo recuerda como uno de los elementos intrínsecamente ligados a la vida de La Elipa. El Dragón se encuentra en la confluencia de las calles Ricardo Ortiz, San Maximiliano y la Avenida de Marqués de Corberá y da la bienvenida a todo el que llega, pero ahora está en peligro de desaparición. Los vecinos sienten que «quieren quitarnos el Dragón», comenta José María, un residente de la zona.
La idea de eliminar la escultura no surgió de un día para otro. Primero se realizó el acondicionamiento de la zona, a comienzos del 2009, después de que el paso del tiempo y la falta de reformas lo hubieran deteriorado. Es entonces cuando llega la propuesta de rehabilitación o sustitución –cuestión defendida conjuntamente por PP y PSOE– de este simbólico elemento ha suscitado el rechazo entre los residentes de La Elipa.
Según defiende la Junta del Distrito de Ciudad Lineal, la decisión de desmantelar el Dragón se tomó porque no cumple la normativa de seguridad. De hecho, el presidente de la Junta, Carlos Troitiño, señaló que «su estado es lamentable». Al respecto, el portavoz socialista de Ciudad Lineal, Daniel Viondi, añadió que «el Dragón no está reconocido como elemento protegido y técnicamente no se puede rehabilitar».
Sin embargo, la queja de los vecinos no puede ser más clara, «¿cómo no van a poder rehabilitar una piedra?», reflexiona Belén. «Creo que sólo tienen que quitar los grafitis y darle una mano de pintura, ¿eso es técnicamente imposible?» se pregunta indignada. Esta indecisión de no saber qué hacer, hizo que durante un tiempo el entorno de este parque estuviera paralizado y ahora se busque una solución.
Ésta puede llegar pronto, ya que se ha presentado una proposición mediante la cual se solicita la «realización de un concurso de proyecto escultórico para sustituir el actual Dragón, que parece irrecuperable».
Es en este punto en el que los vecinos saltan a la palestra. «Nosotros sólo queremos que se sanee», afirma José María, que piensa igual que Carmen, «lo podían restaurar en vez de quitarlo». Para conseguir su objetivo, los residentes han creado un grupo en la red social Facebook y están movilizándose para que se rehabilite el conocido dragón verde de piedra. De hecho, en la actualidad este grupo de internet cuenta con más de 3.500 miembros que reclaman «firmas para la protección del Dragón de La Elipa», según reza el eslogan de la agrupación de la red social.
En resumen, se podría apelar a los sentimientos, como una de las principales cuestiones que ligan al dragón con su colindante vecindad. La cuestión principal, por tanto, es que los habitantes del barrio exponen que es un lugar tan entrañable que hasta apareció en los créditos de la serie infantil de televisión «Barrio Sésamo» y que cada vez que «quedamos con alguien, lo hacemos directamente aquí», relata Gema, una joven de 22 años que siempre recuerda al Dragón y no se imagina su barrio sin él. Algo que Belén sentencia de manera clara y que es la mejor síntesis del sentir de este barrio, afirmando que «el único valor que tiene es sentimental, no queremos perderlo».
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Poco a poco nos van quitando los elementos que conforman el ambiente amistoso y familiar del barrio que nos acoge. Nos volveremos fríos y sin sentimientos atrapados en la gran urbe.
Recuerdo mis años mozos en el barrio en que vivía y los echo de menos, la ciudad no permite la convivencia entre vecinos, es por ello que vivo en un pueblo donde todos nos conocemos, compartimos y nos redeamos de compañía. El que está solo en este lugar no sabe lo que es la soledad.
Abogo por vuestra petición.
Un abrazo