Cae la noche en la ciudad de Quito. Encendemos unos cigarrillos los del corrillo de colegas que estamos charlando sobre cuestiones del mundo personal; un mundo que es ahora un pedazo de historia cosido a la tertulia de quienes tomamos un café como una ceremonia de los espíritus pasajeros. Hauy espíritus pasajeros en el ambiente que se enrosca en las volutas del humo de los cigarrillos y nos dicen adiós para luego volver a regresar a nuestras memorias. Paulina, por ejemplo, parece decidida a destapar los componentes de nostalgia de ser argentina varada momentáneamente en Los Andes.
Un poco de atención es mucho para quien está superando una crisis de conciencia. No. No es un problema imposible de solucionar el haberse visto envuelta en la niebla de un desengaño. Si hoy estamos orillados en el bordillo del camino pedregoso de la vida quizás lo mejor sea dejarse cernir por las estrellas de la noche, derramar alguna lágrima surgida del alma y levantarse para continuar con la charla del café amistoso.
Todos estamos aquí por alguna razón, en este mundo, llenos de incógnitas pasajeras. Hemos escuchado cantar en vivo y en directo al gran Facundo Cabral aquello de no soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi señal de identidad. Y en realidad hablamos de pertenecer a un mundo de ideas abstractas que se concretizan en el devenir de los sucesos cotidianos. Esta noche el Centro de Eventos El Jardín está repleto de gente, personas que están charlando sobre cuestiones del mundo personal de cada uno de ellos y ellas y nos hemos reunido los colegas para sentirnos espíritus humanos en medio de nuestra materia corporal.
Buenas noches Vorem. Os recuerdo en la conversación sintiendo ahora el latir del teclado.
Eso es en si mismo Vorem, un mundo de nostalgia y de recuerdo, donde espíritus de imaginación fecunda y de buen corazón, nos juntamos al calor de la pantalla, a contar y escuchar nuestras pequeñas historias de amores y desencuentros, y tambien de pensamientos puros y duros.
Un saludo.
Pues sí, éste es un sitio de añoranza y recuerdos, de venturas y desventuras, pero también de nuevos planteamientos y de resurgimientos. Quiero creerlo así y así se lo deseo a todos nuestros amigos de Vorem.