Escena Undécima.
Personajes.- El poeta, Tío Tino, Una madre, La portera.
Escenario.- Noche cerrada. En el rincón más oscuro del Pasaje de Cavanilles, en Madrid, están hablando El poeta y el gitano Tío Tino, sentados en dos cajones de madera mientras beben de una bota de vino. Al fondo del escenario, y colgada del techo, hay una luna menguante.
El poeta.- Debajo de las estrellas se sueña mejor.
Tío Tino.- Así es.
El poeta.- ¿Y entonces para qué bebemos?
Tio Tino.- Para gozar.
El poeta.- No, Tío Tino. Yo bebo para algo más.
Tío Tino.- ¡Que me aspen si te entiendo!
El poeta.- Préstame cien euros y verás cómo si me entiendes cuando no te los devuelva.
Tío Tin.- ¡Es fantástico sablear a los demás!
El poeta.- Y pensar que esa no es nunca mi intención…
Tío Tin.- ¡Arriba las más bellas ! ¡Arriba las botellas!
El poeta.- No. Esta vez no brindo más.
Tío Tino.- ¿Es que te vas de verdad?
El poeta.- ¡Ignorante! ¡Nunca he estado aquí!
Tío Tino.- ¡Claro! Como tú si has estudiado en la Universidad…
El poeta.- Mi pequeña fortuna, lograda con el sudor de mi frente, me ha costado. ¿Tiene algo que reprocharme por ello?
Tío Tino.- En realidad, no; pero para los demás esta vida es nuestra tragedia.
El poeta.- La tragedia muerta nunca es una tragedia.
Tío Tino.- ¡Pues algo será!
El poeta.- Exacto. Algo es. Se llama esperpento.
Tío Tino.- ¿De dónde sacas esa filosofía?
El poeta.- Viendo cómo os perdéis lo mejor de la noche.
Tio Tino.- ¿Qué es lo mejor de la noche si no es beber para olvidar?
El poeta.- Poder mirar para arriba y contemplar a las estrellas para no olvidar jamás.
Tío Tino.- ¡Mucho camino has andado tú a pesar de tu corta edad!
El poeta.- Sin admiraciones, Tío, sin admiraciones exageradas. No es necesario que me admire tanto. Pero sí. He caminado mucho. ¿Y usted? ¿Qué ha hecho usted con todas las perras que guarda debajo del colchón más las que ha ido sableando por ahí a los ingenuos que buscaron su protección?
Tío Tino.- ¡Tenerlas a mi lado!
El poeta.- ¿Tiene a su lado tantas perras para no saber qué hacer con ellas o quizás para ir contándolas una a una cuando tiene insomnio en lugar de contar ovejas? ¿Sólo las tiene para beber y volver a beber creyendo que viaja a través de sus resacas?
Tío Tino.- Es mi costumbre y la de los míos.
El poeta.- Pue eso es el esperpento, Tío Tino, eso es el esperpento que todos vosotros estáis viviendo.
Tío Tino.- ¡Estás totalmente loco!
El poeta.- Ido pero no loco. Al menos puedo leer en el fondo de mi alma.
Tío Tino.- ¡Aquí el único que manda soy yo! ¡Estás empezando a contagiar a todos los demás con tu rebeldía!
El poeta.- Grotesca manera de llamar civilización a la incultura.
Tío Tino.- Pues esto es lo que hay.
El poeta.- Usted olvida que el mundo es un espejo mucho más grande que ese en el que usted se mira cuando se levanta para afeitarse con la intención de que los demás le respeten.
Tio Tino.- ¿Y tú? ¿Por qué no me respetas tú?
El poeta.- Olvida usted que hace ya muchos años que yo me marché.
Tío Tino.- ¿Y dónde está tu espejo?
El poeta.- Ya le dije que en el fondo de mi alma; allí donde no todos pueden llegar.
Tio Tino.- ¡O eres un loco o eres un genio! ¿No tienes término medio?
El poeta.- En el término medio se han quedado todos ustedes. En el término medio de la mediocridad.
Tío Tino.- ¡Pronto saldremos de este callejón!
El poeta.- No podrán hacerlo mientras se oculten siempre contra estas paredes ¡Las paredes sólo son valiosas cuando son derribadas!
Tío Tino.- ¡El mundo no nos admite!
El poeta.- Explíquele a todos la causa de por qué el mundo si me admitió a mí.
Tio Tino.- ¡Tienes muchas ganas de guasa esta noche!
El poeta.- Y usted tiene demasiado miedo no sólo esta noche sino todas las demás.
Tío Tino.-¡No hemos podido tener a nadie que nos dé nuestra oportunidad!
El poeta.- ¿Yo tuve a alguien que me la dio o fui yo quien la capturé cuando nadie me la daba?
Tio Tino.- La verdad es que no sé cómo lo lograste…
El poeta.- Porque no quise morir.
Tío Tino.- La verdad sea dicha, nadie madrugó tanto en la barriada.
El poeta.- ¡Despertad ya!
(El Tío Tino vuelve a beber otro trago de la bota de vino durante muchos segundo y luego le invita de nuevo al poeta)
El poeta.- ¡No! ¡Yo no he sido, ni soy, ni seré igual!
Tío Tino.- Es fácil! ¡Sólo tienes que mantener el pulso!
El poeta.- Sé lo fácil que es y por eso no bebo más. Eso no es despertar o, por lo menos, lo que yo llamo despertar.
Tio Tino.- Pero gracias a la bota de vino se puede gozar de una noche de luna menguante.
El poeta.- ¡Me estoy aburriendo! ¡Su filosofía, mil y una veces repetida y mil una veces escuchada, me aburre de verdad Tío Tino! ¡Ustedes no hacen más que dar vueltas sin salir de su círculo y así no se puede conocer el mundo!
Tío Tino.- ¡No olvides quién fue el que te crió!
El poeta.- No olvide usted quien fue el que despertó a tiempo para conocer el mundo de otra manera.
Tío Tino.-No alucines demasiado, poeta.
El poeta.- Ya veo que usted nunca jamás podrá alucinar de verdad. Se toma la vida demasiado a lo duro.
Tío Tino.- ¡Sin respeto soy un don nadie y si no soy duro nadie me respeta!
El poeta.- ¿Y para qué quiere usted ser respetado?
Tio Tino.- Porque si no me respetan estoy muerto.
El poeta.- ¡Mire cómo brilla la luna! ¿Se ha fijado usted que es solamente una luna menguante pero, por eso mismo, no le importa que nadie la respete? Sigue siendo bella tanto si la respetan como si no la respetan. Esa es la verdadera respuesta.
Tio Tino.- Quiero pensar que es una broma que me estás gastando…
El poeta.- ¿Lo dice para combatir su miedo?
(El poeta ha tocado el lado oculto de la sensibilidad del Tío Tino)
El poeta.- No piense tanto en el fantasma de la noche…
Tío Tino.- Me da la sensación de que todo esto es macabro.
El poeta.- Por eso soy yo el que se va para siempre y usted el que para siempre se queda.
Tio Tino.- ¡Vamos a caminar juntos, poeta!
El poeta.- Los muertos nunca caminan.
Tío Tino.- Definitivamente estoy acojonado…
El poeta.- ¡Buenas noches! ¡Despídame de todos y dígales que nunca más volveré por aquí! Si alguno o alguna se acuerda de mi bohemia que le sirva para bien… es lo único que deseo…
(El poeta se levanta de su cajón de madera y abandona el callejón)
Tío Tino.- Y no está borracho…
(El Tío Tino queda callado, bebe otros largos segundos, y comienza a adormilarse mientras aparecen una madre y la portera)
Una madre.- ¿Qué futuro tiene usted para mi hijo? El poeta, al menos, era un espejo para él. ¿Y ahora? ¿Qué ha conseguido usted haciendo que se vaya para siempre?
La portera.- También mis hijos se han quedado huérfanos de espejo.
Una madre.- ¿Quién será ahora el que se atreverá a liderar a nuestros hijos?
La portera.- Siempre que venía por las noches, tras salir de la Universidad, traía una esperanza.
Una madre.- ¡La Universidad! ¡Quién hubiera podido estudiar en la Universidad aunque sólo fuese por un día! ¡Cuántos jóvenes atractivos y chicas guapas debe haber en la Universidad! ¡Quién pudiera haber ido aunque hubiese sido sólo por un día!
La portera.- De todos nosotros sólo alguien como él es capaz de hacerlo.
Una madre.- Y ahora… ¿cómo puedo explicarle yo a mi hijo esta ausencia y quién le va a liderar?
(El Tío Tino se queda totalmente dormido, cae al suelo y empieza a roncar)
Una madre.- Si este es el futuro de mi hijo prefiero verle muerto.
La portera.- ¿Dónde se habrá ido el poeta?
Una madre.- Ha hecho bien en irse. Esto, para él, era como predicar en el desierto. Quizás las estrellas le comprendan mejor.
La portera.- Quizás ha hecho lo que todos queremos hacer… pero no nos atrevemos a hacerlo nunca… sino solamente soñarlo… mientras él prefiere vivirlo de verdad…
(La portera entra dentro de la vivienda)
Una madre.- ¡Que Jesucristo se apiade de nuestros hijos, de los hijos de nuestros hijos y de los hijos de los hijos de nuestros hijos!
SE BAJA EL TELÓN.