Escena Cuarta.
Personajes.- Amador, Don Latino, Maribel, Gadesio, Pérez, Los Clientes, “Clarinete”, Capitán Mostacho, Un vigilante, Un vecino, Un guardia, Otro guardia.
Escenario.- Noche cerrada. En la Peña Musical “El Rincón del Arte Nuevo” de la calle Segovia de Madrid, están actuando, de cara a los clientes que abarrotan el lugar, Amador y su íntimo amigo Don Latino. Al fondo del escenario, y colgando del techo, hay una luna menguante.
Amador.- ¡Amo! ¡De verdad que te amo, amo!
Don Latino.- ¿Me amas más que a Maribel?
Amador.- ¡Más que a Maribel y a todos los otros!
Don Latino.- ¿Es que ha habido otros?
Amador.- ¡Por la Libertad! ¡Lo hago por la Libertad! ¡Cobrando por supuesto! ¡Si no hay billete no hay filete!
Don Latino.- ¡Déjate guiar, Amador, déjate guiar!
Amador.- ¡Guíame hasta la cama, por favor! ¡Me duele! ¡La cabeza y el corazón al mismo tiempo!
Don Latino.- ¿Te apetecen antes de eso unos buñuelos de viento?
Amadoor.- ¡Me muero! ¡Me muero por unos buñuelos de viento o sin viento!
Don Latino.- ¡Un café cargado nos vendría de perlas!
Amador.- ¡Qué perla eres! ¡Cómo me cuidas! ¡Cómo me mimas! ¡Cómo me amas! ¡Como mi todo!
Don Latino.- ¡Qué pesado eres Amador! ¡De verdad que pesas más que una vaca en brazos toda la santa noche! ¡Corre un estúpido velo sobre estos temas, Amador, y concéntrate en lo que cantas porque cantar vaya que sí que estás cantando!
Amador.- ¡Qué vergüenza! ¡Estoy cantando de lo lindo que soy! ¡Quiero irme de aquí! ¡Quiero a mis buenos aires querido! ¡Préstama a tu Mercedes, por favor!
Don Latino.- ¡Todo te lo permito menos que pongas una mando sobre mi Mercedes!
Amador.- ¡Me refiero al carro! ¡No tengo dinero ni me ha tocado la lotería!
Don Latino.- ¡Está bien, mi nene! ¡Está bien, mi pibe! ¡Está bien, mi Flás Gordo, quiero decir mi Flash Gordon, pero viéndote de cerca pues, esto, ya ves como sós vos, Maradonna de los cantautores!
(Maribel se da cuenta de que están actuando cara al público pero que, al mismo tiempo, están diciendo sus verdades más escondidas. Y se mosquea).
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Maribel.- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Esta noche este gordo se lía con este flaco y este flaco se lía con este gordo!
Don Latino (interrumpiendo el diálogo y asustado del toddo).- ¿Nos estás escuchando vos?
Maribel.- Puedo ser sorda pero no tonta.
Don Latino.- Gracias… pero compréndenos preciosidad…
Maribel.- ¡Que os den a los dos! ¡Que os den buñuelos de viento o lo que sea que ya sabemos todos qué es lo que os van a dar. Toda la pasta que sacáis cuando ni sabeis tocar, ni sabéis cantar ni sabéis contar historias nadas más que del Chaco y ya estamos todos hasta el gorro de tanto Chaco por aquí y tanto Chaco por allá. ¡Esto parece de chacota, so pamperos!
Amador.- Pero Maribelita… por caridad, por compasión, por nosotros los adinerados cantautores de la Patagonia y de otras Patas, que somos dos pobres trovadores que de peña en peña van…. sacando por supuesto para tener Mercedes…
Maribel.- El cuento de los trovadores es más viejo que tu existencia, que ya es decir.`
Amador.- ¡Vos estás más hermosa cuando vos estás más celosa!
Maribel.- ¡Y tú estás cada día más extraviado! ¡Hasta te veo cada vez más estrábico cuando te diriges al público! ¿Todo eso te pasa por culpa de Don Latino?
Don Latino (cantando).- ¡Échame a mí la culpa de lo que pasa! ¡Cúbrete las espaldas con mi sacón! ¡Qué hallá en el Nuevo Mundo en ves de invierno obtengas novia y que una novia de tu memoria te borre a mí!
Amador (bajando la voz y dando un codazo a Don Latino en las escuálidas costillas de este).- Te equivocas, Don Latino. ¡Ni es lesbiana ni la ha sido nunca jamás!
Don Latino.- ¡Vaya metedura de pata!
Amador (Para consolarle y pasándole una mano por el cabello ensortijado y lleno de rizos a lo Maradonna).- ¡Cuánto te amo, Pato!
Maribel (que sigue descubriendo las verdades ocultas).- ¡Ustedes dos están para montarse a La Cibeles que es de piedra!
Don Latino.- ¡No seás tan cruel con nós!
Maribel (cantando).- ¡De piedra ha de ser mi cama, de piedra mi cabecera, el hombre que a mí me quiera a de ser un hombre de piedra! ¡Ay, ay, ay! ¡Ha de ser un hombre de piedra!
Amador.- Me parece que te has equivocado…
Maribel.- Contigo desde luego que sí.
Amador.- Entonces… ¿no nos ganamos el premio?…
Maribel.- ¡Ustedes dos juntos no ganan ni a la oca! ¡Son demasiado gansos dándoselas de pavos! Si tanto lucháis por Argentina… ¿por qué no están ustedes dos luchando en vuestra patria contra las injusticias que tanto criticáis sacando dinero para vivir a toda pastilla? ¿Dónde está vuestra lucha obrera, sinvergüenzas? Se vive fetén a costa del cuento… ¿verdad?…
(De la buñuelería más cercana llega Gadesio con el pedido en las manos.
Gadesio.- ¡Salud a todos los aquí vivientes!
Amador.- ¡Los buñuelos! ¡Han llegado los buñuelos!
Gadesio.- ¡No me haga usted el burro más de lo que es! Si cantando se parece a un grajo, hablando se parece usted a Periquillo Sarmiento por no decir mariposa que de rosa en rosa va y ninguna se la queda.
Amador.- ¡Soy el épico cantautor del pueblo perdido y nunca encontrado!
Gadesio.- Ya lo veo. Ya lo veo.
Amador.- ¿Me comprendés vós? ¡Me siento feliz siendo ansí!
Gadesio.- ¡Qué ansia de ser ansí, Virgencita de los Remedios!
Amador.- ¿Puedo contarle algo de Ibsen?
Pérez.- ¡Aquí el que dice lo que se puede contar soy yo que para eso soy el dueño!
Gadesio.- ¡Calla, Pérez, que se está confesando!
Don Latino.- ¡No hables más, Amador, no hables más! ¡Estás más feo callado pero es mejor!
Amador (cantando).- ¡No llores por mi Argentina, la culpa la tiene España!
Gadesio.- ¡Además de lo mal que canta está más loco que el de la vía!
Amador.- ¡El loco de la vía! ¡Déjenme todos ustedes cantar el loco de la vía y verán cómo lloran a lágrima viva!
Los Clientes.- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
“Clarinete”.- ¿Y qué gaitas toco yo en todo este asunto?
Gadesio.- ¿Pero no es usted el del clarín?
Amador.- ¡Sí! ¡Es el del clarín y el que escribe en El Clarín!
Gadesio.- ¡Están ustedes como regaderas! ¿Cómo se le ocurre escribir en su instrumento? ¿No ve que lo ensucia y luego no luce?
“Clarinete”.- ¡Toco o no toco!
Maribel.- ¡Toca lo que quieras pero que no sea a mí!
Don Latino.- El asunto se nos está escapando de las manos.
Gadesio.- ¿De qué asunto habla usted?
Pérez.- ¡Que repito que aquí el que manda soy yo y cada uno toca lo que yo ordeno y mando!
Don Latino.- ¡Vaya humos tiene este cerdo!
Gadesio.- ¿Pérez es un cerdo?
Don Latino.- Si yo te contara lo que me propone cada noche…
(Gadesio se presigna tres veces)
Gadesio.- ¡Jesús, María y José! ¿También lo hace con usted?
Los Clientes.- ¡Cuente! ¡Cuente! ¡Cuente!
Gadesio.- ¡Yo no soy tan valiente!
Los Clientes.- ¡Miente! ¡Miente! ¡Miente!
Gadesio.- Esto me pasa por no tener un Espasa en casa
Los Clientes.- ¡Chancho! ¡Chancho! ¡Chancho!
Gadesio.- ¡Dios mío! ¡También han descubierto lo de mi pasado!
Los Clientes.- ¡Se siente, se siente, el pueblo está presente!
Gadesio.- ¿Dónde está el Aseo?
Los Clientes.- ¡Al Aseo! ¡Al Aseo! ¡Al Aseo!
Gadesio.- Pero sin ninguna compañía por favor…
Los Clientes.- ¡La cola! ¡La cola! ¡La cola!
Gadesio.- ¿Piden una cola o piden mi cola?
Lo Clientes.- ¡Marica! ¡Marica! ¡Marica!
(Gran interrupción en la Sala de la Peña. Se encienden todas las luces y todos quedan como extraviados mientra los clientes rugen como mil leones de Zimbabwe con hambre de seis semanas)
Capitán Mostacho.- ¡Parece mentira que esto sea España! ¡Qué espectáculo más bochornoso viendo a tanto gorrón extranjero viviendo de gorra y engordando a nuestras costas!
Amador (dando un trago a su vaso de ginebra).- ¡Hago lo que puedo!
Capitán Mostacho.- ¡Y además de todo es un borracho!
Amador.- ¡Y usted más chulo que un ocho!
Capitán Mostacho.- ¡Porque puedo ya que tengo un cuerpo serrano que usted jamás lo tendría ni soñando, vaca lechera! ¡Pero siempre me mantengo sereno cuando estoy de guardia y no como usted que se parece a Obélix en el País de las Maravillas! ¡Ay que ver qué maravillas canta usted! ¿Las ha aprendido de repente o se las ha contado su abuelita para meternos miedo a los españoles antes de irnos a dormir? ¡A mí el pelotón que los arrollo!
El vigilante.- ¿Alguien me ha llamado?
Capitán Mostacho.- ¡Encárguese usted de este sinvergüenza!
(El vigilante menea la porra de un lado para otro como un balancín)
Capitán Mostacho.- ¡Usted responde del orden de esta Sala y de lo que se canta y se cuenta dentro de esta Sala!
El vigilante.- ¿Hay que atizarle a alguien? ¡Dando tute soy más diestro que el as de bastos!
Capitán Mostacho.- ¡Vaya empezando con este tipo hasta que se le caiga toda la pelambrera que lleva que parece una ensalada de coles de Bruselas! ¡No te jode el amador de las narices!
El vigilante.- ¡Eso está hecho, mi capitán!
Don Latino.- ¡Por Dios y todos los ángeles de los buenos aires! ¡No apaleen a mi Amor!
Amador.- ¡Ay, Don Latino! ¡Que me da! ¡Que me da! ¡Que me da algo!
Don Latino.- ¡Perdonad a mi Amor, señor guardia, se lo pido por Rafael!
Amador.- ¿Encima se llama Rafael con lo mal que canta? ¡Caminen los dos hacia el escenario y a ver cómo continúan su cuento!
Amador.- ¡Yo hago esta noche todo lo que usted quiera que haga!
El vigilante.- Menos el oso, y eso que usted está pero que muy bien hermoso de lo gordo que se encuentra, haga lo que quiera menos cantarme a mí. ¿Me ha entendido bien, Pelusa?
Amador.- ¡Que Santa Lucía me ayude!
El vigilante.- ¡No me venga con el cuento ese de que se ha vuelto ciego de repente porque los españoles nos lo sabemos de memoria desde la época del Ciego de Cabra, so cabrito!
Amador.- No estoy ciego pero es como si casi lo estuviera porque no veo claro cómo va a terminar todo esto.
El vigilante.- ¡Usted suba al escenario y cumpla con su actuación que para eso le han pagado lo suficiente como para tener a Mercedes y no como sucede con los obreros de su Argentina querida que están pasando las de Caín para tener una patineta mientras usted se lo pasa de juerga en juerga, de jarana en jarana y de cameo en cameo en Madrid! ¿Me ha entendido ya del todo, Señor Pelusa?
Don Latino.- Si no nos queda otro remedio…
El vigilante.- Queda el remedio del jarabe de palo pero no le va a gustar mucho esa medicina así que adelante.
Los Clientes (una vez los dos están otra vez subidos en el escenario).- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
Un vecino (cuya voz proviene de la acera de enfrente).- ¡Pepeeeee! ¡Pepeeeee! ¡Qué pasa ahí Pepeeeee!
El vigilante.- ¿Alguien de los aquí presentes y vivientes se llama Pepe?
(Se produce un larguísimo silencio hasta que llegan dos guardias)
Los dos guardias (al mismo tiempo y entrando dentro del local).- ¡Qué pasa aquí!
Gadesio.- Estamos bien.
Un guardia.- ¡Pues yo veo esto más revuelto que a Don Mariano cundo bebe dos copas seguidas con “La Purita” de Valverde!
El otro guardia.- ¡Pocas veces he visto yo un alboroto igual!
Don Latino.- ¡Sólo nos falta un poquito nada más! ¡Tengan paciencia con nosotros que somos dos pobres argentinos a los que nos gusta mucho la plata, digo La Plata!
Un guardia.- ¿Usted quién es?
Don Latino.- Un latino.
El otro guardia.- ¿Alguno de todos ustedes es periodista?
Gadesio.- ¡Feo, feo, feo! ¡El cante de esta noche se pone cada vez más feo!
Anabel.- Yo conozco a uno pero escribe en su “Clarín”.
Un guardia.- ¿Y cómo es posible eso? ¡Me parece raro de cojones! ¿Está aquí ese caballerete?
El otro guardia.- ¡Es para tener un testigo de calidad y que luego salgamos en la crónica todos juntos en hilera defendiendo la bandera de la santa tradición!
Amador.- ¡Oiga, señor guardia, que yo tengo calidad!
Un guardia.- ¡Eso no se lo cree usted ni pesando la mitad de la mitad de la mitad de lo que pesa, pesado! ¡Es usted más pesado que Moby Dick en una noche de tormenta! ¡Vaya tormento que debe ser soportarle en la cama!
Don Latino.- ¿Por qué insulta a mi Amor?
Un guardia.- Ya lo verán ustedes cuando estemos en Leganitos número 19. Aquello si que es una verdadera peña para cantar… pero para cantar de plano…
El otro guardia.- ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos todos para Leganitos número 19!
Amador.- ¡Eres un fariseo, cariño!
Los Clientes.- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
Amador.- ¡Me voy pero no volveré!
Un guardia.- Eso esperamos todos.
El otro guardia.- ¡Todos para adelante y el gordo delante para que el burro no se espante!¡Tengan ustedes buenos dientes, señores clientes, y que siga la fiesta hasta que quiera Iniesta! Me he vuelto poeta del todo.
SE BAJA EL TELÓN.