Noches de bohemia con luna menguante (Teatro) -5-

Escena Quinta.

Personajes.- Alberto, Laínez, Un pintor anónimo, Un marchante, Señor Ladino, Otro pintor anónimo, Una voz lejana, Dos policías.

Escenario.- Noche cerrada. Buhardilla de la calle San Bernardo de Madrid. Se está celebrando una reunión de pintores y gentes del Arte. Todos tienen en sus manos vasos llenos de cubalibres. En el fondo de la escena, y colgada del techo, hay una luna menguante.

Alberto.- ¿Qué tal estás, Láinez? ¿Cómo te encuentras que te veo tan perdido? ¿Te gusta la técnica de El grito de Eduard Munch?
Láinez.- ¡Me encuentro a pesar de todo, Alberto, me encuentro a pesar de todo! ¡Es el grito del dolor! ¿Sabes tú lo que es el grito del dolor, Alberto?
Alberto.- No soy un gato de escayola, Láinez. Tengo mucha vista y por eso tengo muchos sentimientos.
Láinez.- ¿En el páncreas tal vez? ¿Tienes sentimientos en el páncreas tal vez? ¿Y qué me dices del corazón? ¡Claro que para un pintor tan infantil como tú ya es suficiente que sepas lo que es un pastel? Te gustan muchos los pasteles, ¿no es cierto?
Alberto.- ¡Manejo muy bien a las paletas!
Láinez.- Sí. Eres el Benito Perojo de la Pintura. ¡Ya veo que amas a las naturalezas muertas!
Alberto.- ¡Pero estoy vivo, Láinez! ¡Vivito y coleando con un señorota! Mira como canto. ¡Se va el caimán se va el caimán se va para Barranquilla! ¡Mueve la colita la linda señorita! ¡Mueve la colota la fea señorota!
Láinez.- Ya. ¿Quieres que te diga la verdad?
Un pintor anónimo.- ¡Qué interesante charla! ¡Me encanta escuchar a los genios!
Láinez.- La verdad sólo es una.
Alberto.- ¿Y cuál es la verdad?
Láinez.- ¡Vives del cuento, Alberto! ¡Vives del cuento pero no sabes ni pintar con brocha gorda! ¿Tienes la brocha gorda, Alberto? ¿Tú crees que todo lo que dibujaste para el cuento de Otero eran dibujos de verdad? ¡Ni eran dibujos ni eran nada parecido a dibujos, so jeta! ¡Y además tuviste el descaro de querer pedirle una buena suma de dinero por esa mierda que no eran dibujos sino cosas sin sentido alguno! ¡Menos mal que Otero fue más listo que tú y no cayó en tu trampa!
Alberto.- ¡Todo artista que se precie de serlo tiene que valorarse muy alto, Láinez! ¡Mis cuadros son la crema de la crema por no decir la leche de la leche!
Láinez.- Ya. ¿Y éste que hay aquí cómo se llama?
Alberto.- Una casa de locos.
Láinez.- ¡Pues por muchas veces que lo miro, y eso que ya lo he mirado más de mil veces, no veo por ningún lado ni a la casa ni a los locos! ¿Dónde está la casa y dónde están los locos, Alberto? ¡Con razón a tu arte lo llamas informalismo inconceptual! ¡No hay forma de entenderlo ni manera de conceptuarlo para poder definirlo! ¿Qué dice a todo esto Isabel, la propietaria que te alquila esta buhardilla para tus estofados de pintura?
Alberto.- ¡Imaginación, Láinez! ¡Tienes que poner mucha imaginación para poder interpretar mi Arte y ver lo que hay en mis cuadros! ¡Todos los genios somos así!
Un marchante.- ¿Cuánto pides por él, Alberto?
Alberto.- Por ser La casa de los locos y por ser para ti te pido cinco mil euros por él y conste que es una ganga.
Un marchante.- No sabía yo que hubiese tanta genialidad en ese cuadro. ¡Es una verdadera bicoca aunque pareza una cosa loca! Esperaré.
Alberto.- ¡Yo no rebajo ni un céntimo! ¡Lo del regateo queda para quienes sueñan con ser como Butragueño o marroquíes con ganas de joder la marrana! ¡No es bueno para todo un genio como yo rebajar ni un céntimo el valor de sus amados cuadros!
Láinez.- ¿Y esta mancha gris que hay aquí qué es?
Alberto.- ¡Ese es de la Escuela de Juan!
Láinez.- ¿Lo ha pintado tu sobrino Juanito el que va a la guardería infantil?
Alberto.- ¡Te repito que tienes que poner mucha más imaginación! ¡Observa la mancha gris, Láinez! ¡Observa la mancha gris como si fuese La Mancha! ¿Ves La Mancha en la mancha gris? ¡Ten en cuenta que es de la Escuela de Juan Gris y por eso sólo es una mancha! Pero… ¡fíjate bien en la mancha!… ¿De verdad no ves toda La Mancha dentro de la mancha, Laín?
Láinez.- ¡Ni Laín ni leches! ¡Yo me llamo Láinez y no Laín como otro se llama Martínez y no Martín!
Alberto.- ¡Está bien, bonito del Norte!
Láinez.- ¡Un poco más guapo que tú sí que lo soy! ¡Y por mucha imaginación que pongo cuando miro todos tus cuadros yo sólo veo las obras de un estafador!
Alberto.- ¡No te acalores tanto, Láinez! ¡Los genios tardamos mucho tiempo para poder ser comprendidos!
Láinez.-¡Pues estoy ya años esperando a ver si vendes alguno, caradura!
Alberto.- ¡Comprender a un genio es muy difícil, Láinez, pero comprender a un super genio como yo es casi imposible! ¡Eso me diferencia de los genios, amigo mío! ¡Soy mucho más que un genio! ¡Soy un super genio!
Láinez.- ¿Quieres decir que toda esta basura vale millonadas?
Alberto.- ¡La basura es lo que más vale en el Arte de la actualidad! ¡La basura es lo más creativo! ¡La basura es lo que más mola! ¡Pero toda mi basura es basura genial y no basura común! ¿Me entiendes ahora? ¡Soy el artista del momento!
Láinez.- ¡Vaya momento, Alberto, vaya momento!
Señor Ladino.- ¡Un momento, caballeros del caballete!
Láinez.- ¿Qué busca usted, caballero de la caballa!
Señor Ladino.- ¿De quién es toda esta basura?
Láinez.- ¡Del gran Alberto Adrados y Muriarte, el Supergenio del Arte, aquí presente!
Don Ladino.- ¡Pues le felicito de todo corazón! ¡Me ha llegado al alma! ¡Jamás había visto yo tanta basura junta! ¡Cuánta cantidad de genialidad escondida! ¡No se la ve presente por ningún lado pero en alguna parte se ha de encontrar! ¡Creo que lo importante es buscarla con michísima paciencia para poder encontrarla y dar el grito!
Láinez.- No intente regatear el precio porque este super genio no rebaja ni un céntimo de ninguno de sus cuadros o que él, y solamente él, llama cuadros.
Un pintor anónimo.- ¡Vaya pifostio!
Alberto.- Prefiero no haberlo escuchado…
Láinez.- Lo mejor es hacer como el avestruz cuando presiente el peligro, ¿no es cierto, Alberto? ¿Has pintado alguna vez a una avestruz para cambiar de tema?
Otro pintor anónimo.- ¡So golfo!
Alberto.- ¡Que me asesinan! ¡Que me asesinan!
Una voz lejana.- ¡O dejan de armar tanto pifostio o llamo a la policía!
Don Ladino.- ¡Es usted toda una gloria nacional, Alberto! ¡Puedo hacerle un gran favor! ¡Si me da usted a mí esos cinco mil euros que pide por La casa de los locos, yo me comprometo a alquilar una camión de gran tonelaje y me llevo todas sus obras a Vaciamadrid! ¿No le gusta mi oferta? ¡Al fin y al cabo usted también está de acuerdo en decir que es basura! ¡Basura genial pero basura nada más! ¿Le interesa el trato?
Láinez.- ¡Que le repito que este super genio de Alberto no quiere rebajar ni un sólo céntimo! ¡Por mucho que le ofrezca no lo va a admitir! ¡Yo creo que pinta tanta basura y tiene tanta basura reunida aquí porque sufre del síndrome de Diógenes!
Otra voz lejana.- ¡O dejan de armar tanto pifostio o también llamo yo a la policía!
Láinez.- ¡Silencio todos que vienen a por nosotros!
Alberto.- ¡Que me asesinan! ¡Que me asesinan!
Dos policías (entrando en la buhardilla tras dar una patada a la puerta y hablando al mismo tiempo).- ¡Borrachos! ¡Golfos!
Las dos voces lejanas al mismo tiempo.- ¡Hay que ver cómo está el Mundo del Arte!

(Todos salen en tropel bajando las escaleras y seguidos por los dos policías. Sólo se queda Láinez contemplando la mancha gris)

Láinez.- ¡Hay que ver qué cosas pintan los niños de hoy en día en las guarderías!

SE BAJA EL TELÓN.

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