Noches de bohemia con luna menguante (Teatro) -7-

Escena Séptima.

Personajes.- El ordenanza, Don Filisberto, Don Diamantino, Dorita, Clarita, Pereda.

Escenario.- Noche cerrada. Un rincón del mesón “Las Cuevas de Luis Candelas” en el Arco de Cuchilleros de la Plaza Mayor de Madrid. Los empleados de un Negociado de Banca están celebrando la despedida de jubilacíón de uno de ellos. Al fondo del escenario, y colgada del techo, hay una luna menguante.

El ordenanza.- ¡Aquí se reunía el famoso bandolero y asaltador de caminos Luis Candelas con todos sus malhechores! ¡Perfecto lugar para celebrar la despedida de uno de los nuestros! ¡Feliz Don Diamantino que ya no tendrá que seguir madrugando de lunes a sábado ambos inclusive porque queda muy bien eso de decir ambos inclusive! ¡Qué lástima que no pueda devolverle todavía los mil euros que me prestó hace cinco años pero es una pena penita pena pena de mi corazón no poder quedarme por más tiempo con todos ustedes porque ya me ha dado un aviso mi parienta a través del móvil y tengo que acudir a casa porque si llego más tarde de lo que ella espera me toca dormir en la escalera!

Don Filisberto.- ¡Vaya usted con Dios y no manche usted sus zapatos de charol que lucen más que su calva de tan brillantes que los lleva siempre! ¡A ver si dentro de otros cinco años se acuerda ya de devolverle a nuestro querido Don Diamantino esos mil euros que le debe y no nos sea tan gorrón! ¡Le recuerdo, de paso, que a mí también me debe diez mil pesetas desde que salió usted de la mili y me las pidió prestadas para ir a un vodevil! ¡No me sea vil, por favor, no me sea vil que todos nos conocemos pero que muy bien conocidos por cierto!

(El ordenanza se despìde de todos dando abrazos y besos en la cara de ellos y ellas hasta que fingendo unas lágrimas de cocodrilo sale del mesón)

Don Filisberto.-¡Caballeros y señoritas! ¡Se nos va un hombre! ¡Ni envidioso ni envidiado! ¡Todo un ejemplo para todos y para todas los que hemos tenido el horrible… esto… quiero decir el inolvidable placer de trabajar a su lado! ¡Todavía me acuerdo la primera vez que le conocí! ¡Está igual de bajo… esto… quiero decir de guapo que entonces! ¡Siempre ha sido el mismo y siempre ha sido él mismo y valga la redundancia porque sin redundancia no existe claridad alguna! ¡Siempre ha sido fiel y en el fiel de la balanza nunca ha sido envidioso y nunca ha sido envidiado!
Don Diamantino.- ¡No siga usted así, Don Filibustero… esto… quiero decir Don Embustero… no… quiero decir Don Filisberto… que se me van a escapar las lágrimas!
Dorita.- ¡Se merece lo mejor de los mejor, Don Diamantino! ¡Es usted todo un diamante!
Don Filisberto.- ¡Lástima que la mejor de las mejores no haya sido para él! ¡Pero su soltería es todo un ejemplo de castidad y de catecismo… esto… no… quiero decir de casticismo!
Don Diamantino.- Me conformo con muy poco. Siempre he sido así y no me va a cambiar ningún sinvergüenza y no lo digo por usted sino para usted… esto… para que usted que lo sepa su saber del mucho saber y valga también la redundancia ya que usted nada en la abundancia… esto… de amistad por supuesto… y si no se supone se hace como que se supone y feliz día mañana en que ya no veré su cara… esto… quise decir que qué pena penita pena, pena de mi corazón. Estoy tan entusiasmado, abrumado y aburrido… esto… quiero decir tan entretenido que la emoción me puede pero yo puedo más que mi emoción.
Don Filisberto.- ¡No cambie usted nunca, Don Diamantino! ¡Es usted todo un gran ejemplo para todos los infantiloides… esto no… quiero decir infelices empleados que no le tuvieron envidia pero a los que usted tampoco ha envidiado jamás de los jamases y a ver si nos traen jamón y hacemos de tripas corazón y seguimos comiendo mientras seguimos dedicándonos bellos elogios que resulta que Don Eulogio no ha podido venir porque se muere de envidia porque usted no le envidia a él! ¡No cambie nunca, Don Diamantino! ¡Es todo un ejemplo para cualquier infantil!

Dorita.- ¡Y para nosotras también! ¿Verdad que para todas nosotras también ha sido un ejemplo, Clarita?
Clarita.- Clarito.
Pereda.- ¡Es una vergüenza que tenga que jubilarse sobre todo por no haber podido todavía recuperar los mil euros que le prestó hace cinco años al ordenanza! ¡Este hombre no debería jubilarse jamás!
Don Diamantino.- ¡Ah, no! ¡Hasta ahí podríamos llegar! ¡Pero no! ¡Eso si que no y no y no aunque pudiera ser que sí y sí y sí! ¡Estaba deseando jubilarme con tal de no ver al ordenanza y a otros muchos que me han estado sableando durante todo el tiempo! ¡Pero no! ¡Más sablazos no porque no aunque pudiera ser que sí! ¡He dicho!
Dorita.- ¿Tan mal te hemos tratado?
Don Diamantino.- ¡No lo digo por vosotras las jovencitas porque con las jovencitas pues yo… y no es que quiera… porque no quiero… pero…en fin…. que con las jovencitas pues yo… pero no quiero… sino por ciertas veteranas que no recuerdo ya de tantos años que tienen encima… y encima… que no que no y que no… que digo que no! ¡No me gustan ciertos mejillones para dejarlo todo bien claro! ¡Así que nada de mejillones por favor!
Don Filisberto.- ¡Nada de mejillones sino de patatas bravas, por favor, mesonero! ¡Juventus que quiere decir Juventud! ¡Juventus divinum tesorum que quiere decir Juventud Divino Tesoro! ¡Cuán feliz es la Juventud! ¡Nobles sentimientos! ¡Tierna y emocionante Juventus y pedonad mi emoción! ¡Como dijo Rubén Darío yo digo también que cuando quiero llorar no lloro… y a veces lloro sin querer! ¡Perdonadme todos vosotros, súbditos míos, pero el corazón me palpita!
Dorita.- ¿Dijo algo de eso Rubén Darío?
Don Filisberto.- Mi corazón palpita como una patata frita cuando alguien como tú me pregunta cosas tan sublimes, preciosa Dorita. Si no lo dijo quiso decirlo y yo…esto… pues es que tampoco… pero… si la cosa cambia… pues es que yo…
Dorita.- Si usted lo dice…
Don Filisberto.- ¡Querida Dorita, dos puntos! ¡Por la presente le hago a usted saber que no me replique tanto que es noche de felicidad! A la espera de su grata contestación le saluda amistosamente. Firmado Don Filisberto.
Dorita.- ¡Que ingenioso es usted jefezucho… esto no… quise decir chucho… no… jefe… sí… jefe… jejeje… se le nota la vena de poeta que le sale por todos los poros de su ser como si magro de cerdo fuese… esto… no… como cerdo de magro fuera… no… no… quiero decir como si fuera Berceo… de lo antiguo que es su verbo poético y usted por cierto también. ¡Ni envidioso ni envidiado! ¡Jajaja!
Don Filisberto.- ¡No me tires de la lengua, Dorita!
Dorita.- ¡A eso no llego ni quiero llegar para que usted lo sepa!
Clarita.- ¡Vamos, vamos, haya paz entre todos y todas sea cual sea la fecha de caducidad que tengamos! ¡Lánzenos otro discurso de los suyos, Don Filisberto! ¡Se me parte el alma y me produce un sueño muy beneficioso para mi salud tan sólo de escucharlos! ¡Despiérteme cuando haya terminado por fa!
Don Filisberto.- ¡Amigas todas! !Amigos todos! ¡Tengo por costumbre, cuando tengo emociones imensas, intensas y extensas, sacar a relucir todo mi ingenio interior como si de un volcán poético se tratara! ¡No encuentro palabrotas… esto… no… quiero decir palabras apropiados para definirlo! ¡No me refiero al hombre rico ni al hombre pobre porque lo pasado pasado está! ¡Don Diamantino dejando ya el pasado muy bien pasado y perdonen que sea pesado porque peso lo que peso y quiero sopesar mis palabrotas… esto… no… quiero decir mis palabras… ha sido siempre un diamante en bruto! ¡Poco se ha pulido a lo largo de su vida pero gracias a mis amorosos cuidados paternalistas, porque soy más paternalista que Fraga y Carrillo juntos, un poco de brillante si ha quedado el diamante! ¡Que digo yo, aunque nadie me crea por supuesto, que con el tiempo logré hacer de Don Diamantino alguien no envidioso pero tampoco envidiado! ¡Así mismo lo declaro esta preclara noche de precariedad pero que siempre hay algo para un poco de marisco y señor camarero traiga gambas por favor! ¡Yo en mi Juventud quise ser como Juana de Arco y estuve a punto de caer en brazos de La Felisona y eso lo confieso a pesar de todo lo que me pesa el contarlo! ¡Por eso esta noche sólo tengo elogios para él y que nadie piense tan mal como siempre porque no me refiero a la Felisona sino a Diamantino! ¡Miles de elegíoas esribiría sobre él pero da la la patalidad… quiero decir la fatalidad… que apenas sé escribir algún que otro pareado o como mucho un cuarteto y paren ustedes de contar! ¡Les cuento que como poeta soy peor que el veleta de Zorriqueta que ya sabéis por quien lo digo! ¡Yo en mi Juventud me crié en Belinchón hasta que me llevaron a Chinchón y me dio por el anís del mono pero supe corregir y pasar al pippermint de menta y me trasladaron entonces a Madrid! ¡Ni los más famosos heraldos madrileños podrían cantar todas las alabanzas como yo las canto a los jefazos de arriba porque gracias al peloteo… y por eso también le doy a la pelota de vez en cuando… estoy donde estoy aunque sé muy bien que nunca estaré más arriba y arriba España y gracias a España estoy donde estoy y ya sabéis de quien os hablo! ¡Pongo de ejemplo de sufridores a quienes siempre estuve haciendo putadas al ínclito Don Diamantino aquí presente! ¡Don Diamantino ha sido la mesura de mi desmesura! ¡Mea culpa, mea culpa y mea culpa hasta me entran ganas de mear de tantas mea culpa y mea culpa y mea culpa!
Dorita.- ¡Pobre Don Diamantino! ¡Qué buen caballero hubiera sido si hubiese tenido un gran señor!
Don Diamantino.- ¡Vamos, vamos, que no ha sido para tanto! ¡Me jubilo y no pienso mirar hacia atrás! ¡Allá cada uno con su conciencia! ¡Fui feliz con algunos compañeros de galera como Pepe y que nos quiten lo bailao!
Don Filisberto.- ¡Pero esto es muy serio, Don Diamantino¡ ¡Si no hubiese sido por mi envidia y mi majadería, usted y Pepe hubiesen brillado por encima de todos los demá!.
Don Diamantino.- ¡No es hora de darme coba, Don Filisberto! ¡Ya es demasiado tarde y en cuanto lleguen los chipirones me largo!
Don Filisberto.-¡Es ustd demasiado pequeño de estatura pero demasiado alto de grandeza! Estimado Diamantino. Dos puntos. Por la presente le hago saber que no’ tuve jamás empleado alguno de la misma calidad que usted y su inseparable e inolvidable Pepe. Esperando su pronta contestación. Firmado. Don Filisberto.
Dorita.- Un poco bajito si que es…
Don Diamantino.- Pero muy poco, Dorita, muy poco comparado con la corta, escasa y hasta nula mentalidad de muchos. Ya lo estáis viendo. ¿Quieres un puro habano?
Dorita.- Gracias, Diamantino, pero ya no fumo. Cuando era adolescente hasta me fumaba dos o tres cajetillas al día. Pero lo dejé. Eso ya es pasado.
Don Filisberto.- ¡Y el pasado pasado está cuando podemos olvidar el pasado! ¿Me puedes pasar el coñas para poder pasar del pasado? ¡Me gustaría ser un pasota!
Dorita.- ¡Que bien habla usted cuando ya todo ha pasado! ¿No es cierto, Filisberto? ¿Por qué no pensó así cuando estaba el presente? ¡Qué fácil es ser pasota cuando en el presente se ha sido… caballo de vapor por ejemplo… y usted ya me entiende!
Don Filisberto.- ¡La vida, Dorita, la vida es la vida!
Dorita.- ¡Qué encantador es usted, Don Filisberto! ¡Qué encantador de serpientes!
Don Filisberto.- ¡Gracias, Dorita! Nadie me había piropeado nunca de esa manera tan… tan… tan…
Dorita.- ¡Deje de tocar el tambor que se va a romper la mesa! ¿Tan cruel tal vez?
Don Filisberto.- No me seas tan infiel ahora que nos quedamos sin él.
Pereda.- ¡Vamos, vamos! ¡Que no llegue la sangre al río!
Dorita.- ¡Ni envidioso ni envidiado! ¡Jajaja! ¡Qué gran filósofo es usted, Don Filisberto!
Don Filisberto.- ¿Lo pones acaso en duda, Dorita?
Dorita.- ¡Por nada del mundo, lujurioso pensador! ¡No tiene nada de glorioso pero lo es que de lujurioso brilla usted más que la Torre del Oro de Sevilla y olé qué garbo tiene usted cuando filosofea con la más fea y ya sabe a quién me refiero!
Don Diamantino.- ¡Llegados a este punto y puesto cada mejillón en su verdadero lugar ha llegado el momento de brindar!
Dorita.-¡Brindemos y olvidemos! ¡Me parece cómico pero necesario auque sea para morirse de risa en vez de morirse de pena!
Pereda.-¡Eres una inconformista, Dorita! ¡Una verdadera iconoclasta!
Dorita.- ¿Y eso de iconoclasta qué quiere decir, Pereda? ¿Eres también de los que se las dan de más hombres cuando de menos saben? ¿Qué has dicho que soy yo?
Don Filisberto.- ¡Tonterías de joven tonto! ¡Pereda no es más tonto porque no ha nacido antes pero ya verás cómo cada año será cada vez más tonto hasta llegar a la gilipollez total! ¡Juventud Divino Tesoro! ¡Cuánta tontería hay que decir en este mundo para que te den la fama como a Rubén Darío! ¿Juventud Divino Tesoro? ¿Quién se puede creer esa chorrada cuando estamos hablando en serio? La Juventud somos nosotros cuando lleguemos al mañana.
Dorita.- ¡Y usted que lo vea con esos ojos tan rojos!
Don Filisberto.- ¡Ah,no! ¡Que me llamen rojo si que no lo soporto!
Dorita.- ¡Pero si sólo es una metáfora, Don Filis! ¿Le encanta que le llame Filis de Fislisteo? ¡Tiene usted todo el cuerpo tan azulado que es clavado a Azufrito el Diablo Todo Frito!
Don Filisberto.- ¡Cómo se nota que eres madrileña castiza de Las Vistillas!
Dorita.- ¡Mejor es ser sencilla madrileña castiza de Las Visitillas que no soberbio inmigrante paleto de Belinchón como parece serlo usted!
Don Filisberto.- ¡Amigas todas! ¡Amigos todos! ¡Olvidemos el rencor! Don Diamantino se nos va para siempre y sólo puedo decir que le voy a echar mucho en falta.
Don Diamantino.- Quizás sea ahora verdad que siente algo por mí y quizás sea ahora verdad que siente lo que yo siento por Pepe.
Don Filisberto.- ¡Pues sí! ¡Me acuerdo y no lo puedo olvidar! Pero espero que tú al menos nos visites muchas veces al año.
Don Diamantino.- ¿Por qué no dejamos las visitas para el próximo siglo y así se nos olvida dwl todo y dejamos de vistarnos y todos muy felices y comemos muchas perdices, querido jefe de las narices? A lo mejor hay suertecilla y nos vemos por el Retiro. ¡Brindemos por el eterno retorno sin que nos queme el horno!

(Todos alzan sus copas de champán y brindan bebiendo de ellas)

Dorita.- ¡Cuando llegue a casa le voy a contar a mi querida mamá que he vivido una noche inolvidable!

(Don Filsiberto, animado otra vez, quiere volver con otro discurso)

Don Filisberto.- ¡Amigas todas! ¡Amigos todos! En una noche tan inolvidable como ésta…
Dorita.- ¿Podría hacer usted un último esferzo y tener el acto de caridad de callarse para siempre?
Don Filisberto.-¿No quieres escuchar otro de mis lindos discursos adornados de cítaras?
Dorita.- Me parece que quiso decir citas pero yo es que…verá… tener una cita con usted… pues… es que… como usted comprende… pues no… que puede ser que sí pero va a ser que no. ¿Puede dejar hablar a los demás?
Don Filisberto.- ¿Quieres decir algo, Clarita?
Clarita.- ¡Nada de nada monada! ¡No digo nada que luego todo se chismea!
Don Filisberto.- Yo sólo puedo deciros que me siento acongojonado… quiero decir acojonado… no… acongojado por la marcha definitiva de Don Diamantino…
Dorita.- ¡Y ahora vamos todos y nos lo creemos!
Don Filisberto.- ¡Diamantino un santi boni barati!
Dorita.- ¡Pero si también habla en valenciano! ¡Qué tio más bruto… no… digo qué tío más culto! ¡Claro que si escarbas un poco sólo se queda en raíces! ¡Y bien secas que tiene usted sus carnes, señor magro!
Don Filisberto.- ¡Menos cachondeo, niña! ¡El gran poeta Cavestany sólo es un simple coplero comparado conmigo!
Dorita.- ¿También da usted clases de guitarra o sólo sabe tocar las castañuelas?
Don Filisberto.-No tengo tantos dones pero tocar las castañuelas sí que las toco.
Dorita.- ¿A la hora de la siesta por ejemplo?
Don Filisberto.- ¡Ya basta de tomarme el poco pelo que me queda!
Dorita.- ¿Y la gaita? ¿Toca usted también la gaita, señor del Peloponeso y ponga eso del pelo en el Informe de los Cotilleos Bancarios, o sueña con una pelonesa leonesa?
Don Filisbeto.- Si quiero por supuesto que sí. ¡Toco lo que se me antoja!
Don Diamantino.- Me parece que ya es la hora de acabar. ¡Me muero de sueño!
Don Filisberto.- ¡Pero si estás todavía hecho un pollo pera, Diamantino, amigo mío! ¡Desterrado todo el año al rincón de los rincones pero amigo al fin y al cabo!
Don Diamantino.- ¡Espero llegar a mucho más allá de los noventa pero para conseguirlo lo mejor que puedo hacer es olvidar a todo el Banco incluyendo a usted en el lote!

(Todos va saliendo en fila de uno tras otros del mesón pero Don Filisberto se ha quedado sentado ante una buena jarra llena de sangría)

Don Filisberto.-¿Amigas todas? ¿Amigos todos? ¿Por dónde se han ido? ¡Diamantino, divino tesoro, te vas para no volver! ¡Qué silencio! ¡Qué paz! ¡Qué descanso! ¡Qué mierda tengo, qué mierda he cogido y qué mierda soy!

SE BAJA EL TELÓN.

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