Nuevo Cuaderno: En las Kuriles.

Me encuentro desayunando en una cafetería de Sajalin mientras cotejo el mapa. Aquí el control lo tiene el Óblast de Sajalin. Veo rusos, coreanos, ucranianos y una pléyade de gentes pertenecientes a pequeñas etnias, como nivjs y ainus. Un misionero cristiano está hablando a todos los presentes…

“Durante meses, los pobladores nivjs le daban de comer al oso todo lo que él quería. Luego lo mataban con sus lanzas en una ceremonia y quemaban su carne mientras el chamán cantaba oraciones. Perros fueron también sacrificados a la bestia de Sajalin. Tales sacrificios a menudo se hacían cuando alguien moría.

Este pueblo creía que la isla de Sajalin era una bestia gigante que estaba acostado sobre sus espaldas. Los árboles de la isla eran el cabello de la bestia y los terremotos sucedían cuando la bestia se enojaba. Creían que los sacrificios mantenían feliz a la bestia y les libraba del desastre. Al igual que los ainus, por los que oramos hace dos días, los nivjs que viven en la isla de Sajalin de Rusia, adoran al oso sagrado. A diferencia de algunos grupos de personas de esta isla, ellos se han aferrado a muchas de sus costumbres. Durante la era soviética fueron reubicados como algunos de sus vecinos. Los chamanes todavía tienen una poderosa influencia en este pueblo”.

Al terminar de hablar, el misionero cristiano se acerca a mi mesa, se sienta frente a mí, y me dirige personalmente su palabra.

– Pídele a Dios que abra los corazones de los nivjs al mensaje de salvación. Ora para que Dios guíe a una agencia misionera para alcanzar a este grupo étnico. Quizás los nivjs lleguen a ver a Cristo como el único que merece ser adorado. Oraciones fervientes son necesarias para romper el control que los chamanes tienen sobre estas personas. Que se den cuenta de que el oso y la bestia Sajalin no son dioses.
– ¿Cómo se llama usted?
– Dime sólo W.K. Y tú, joven, ¿cómo te llamas?
– Dígame sólo Diesel.
– ¿Va a orar por los nivjs?
– Si. Haré algo más que eso. Saldré al exterior, buscaré a algún grupo de nivjs y les predicaré la Palabra de Dios. Les explicaré el pasaje de Lucas 2:10.

Después W.K. salió de la cafetería y volví a mi lectura del mapa. Trazo la ruta a seguir: Paramushir, Onekotan, Kharimkotan, Shiashkotan, Matua, Rasshua, Keto, Simushir, Chirpoi, Urup, Iturup, Kunashir y Shikotan. Me encuentro ideando ya la planificación de mi viaje cuando noto una mano suave posada sobre mi hombro izquierdo. Levanto la vista.

– ¡Hola, capitán!
– ¡Hola, Only! ¿Qué haces aquí?
– Acudí a tu llamada, capitán.
– Está bien, Only… ¿encontraste ya lo que buscabas?
– Sí. Encontré ya a la persona ideal. Gracias por tu ayuda.

Entra en la cafetería un japonés chillando a pleno pulmón.

– ¡¡¡Las islas Kuriles son nuestro territorio aunque Dmitry Medvedev diga lo contrario!!!

Only se inquieta…

– ¿Que sucede, capitán?
– Nada del otro mundo sino de este, Only… es la interminable pelea de los humanos contra los humanos.

Me levanto de la mesa…

– ¿Vienes conmigo, Only?
– ¿Otra aventura más?
– Sí. Otra aventura más. Pero esta es muy especial.
– ¿Por qué es especial?
– Porque voy a buscar a los nivjs para decirles: “No temáis; porque he aquí que os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo. Llegará un verdadero Salvador. Se llama Jesucristo”
– Capitán, hace un mes “Iván el Terrible”, de Iturup, comenzó a expulsar cenizas.
– No te preocupes, Only, porque llegaremos a Iturup y aún más lejos de Iturup.

Emergiendo de la niebla y rodeada de hielo, la costa nos despide mientras Only y yo iniciamos la aventura en una gran barca junto con un grupo de nivjs a los que les he dicho que no tengan miedo porque Jesucristo nos acompaña…

– Ya hemos llegado a Iturup, capitán
– Nos ha invitado el gremio de los pescadores.

Al gremio de los pescadores de Iturup le dirigo la Palabra…

– Dejad las redes porque yo os haré pescadores de hombres.
– ¿Con qué poder les has dicho esas palabras, capitán?
– Con el Poder de la Palabra de Dios.

Fin del periplo aventurero. Only ya se ha marchado. Estoy, otra vez solo, pero ahora desayunando en una cafetería de Shikotan. Estoy tomando notas en mi Diario sobre las aventuras vividas por las Islas Kuriles. Alguien se sienta ante mí y me habla.

– Gracias, Diesel.

Levanto la vista y es W.K.

– ¿Por qué me da las gracias a mí?
– Porque has sido capaz de hacerlo.

Tomo ya el desayuno acompañado del misionero cristiano. Una fina lluvia cae desde el cielo, pero el cielo está brillante y ningún volcán ha estallado.

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