Octubre

Sosegado, cansado por pensar siempre en la ingrata traición. Me propuse olvidar todo aquellos malditos recuerdos.
Recuerdos que me atormentaban, instantes ominosos, lacerantes que hacían añicos mi corazón ya pulverizado por la desidia de una hipócrita mujer.
Pasaron las horas, los días, las semanas y entonces en un lugar impensado, encontré el amor de una bella y romántica mujer.
Ella, se entrego por completo a mí, no guardo para si absolutamente nada. Mi preciosa y cándida niña; cuanto daño te hacia con esos instantes que te pulverizaban el alma, palabras que soltaba al azar; recuerdos que atizaban tu dolor, pero maldita sea no podía evitarlo, no podía… por mas que lo quería.

Y el cansancio, la vana lucha que hacías todos los días por quitarme tan absurdos pensamientos de aquel mal amor… te venció.
Momento impensable para mi, el frió nocturno volvía a amarrarme fuertemente entre sus manos…por que tu…tu bendita mujer… me dejaste… no queriendo hacerlo.
– Sabes que te quiero con todo mi ser…trate…trate mil veces de arrancarte esa tristeza que se acobija en tus ojos… una tristeza que mis besos de adoración no pueden hacerte olvidar.
Gemía y me hablaba como si muriese con cada palabra que pronunciaba sus lindos labios color carmesí.
– Cuantas veces en pleno delirio de mi amor, te apartas y te siento tan lejano a pesar que estas a mi lado.
– Gritas en la penumbra de las tinieblas, que tus manos están manchadas de sangre, de sangre convertida en ácido que deshacen mis recuerdos en ti.
La miraba sin decirle nada, perlas negras brillaban con inusitado resplandor sobre su rostro de niña enamorada, infinitas lágrimas surcaban sus lindos ojos y yo impávido sin poder articular palabra alguna.
– Como quisiera ser yo, la responsable de tanto dolor, pero para mi desgracia no lo soy.
– Sabes que te amo con veneración…bien que lo sabes…pero no soporto más tu dolor… no lo soporto…por más que te quiera.
Su delicado cuerpo, suspiro de un dios de amor; temblaba por el temible frió de mi desamor y de improviso de la nada, llego a nuestro suplicio, una canción que adorábamos los dos.

….Me duele creer que olvidaste/a quien te dio tanto amor y ternura…profundo es el sueño del sol mientras lo cuida la luna quien cuidara de tus sueños cuando estés navegando entre dudas…

Recordaba los pequeños momentos que fuimos felices, su sonrisa de mujer enamorada; la dulzura de su boca y mi entupido amor, la abrazaba, la acariciaba y le decía entre mentiras, lo mucho que la quería.
– No soporto que susurres que tus pensamientos serán desgarrados por la crueldad de una mujer.
– Se a lo que te refieres… lo se amor, y solo te aconsejo; que la olvides, no te consumas en aquel desengaño cruel.
– Apártate de todo…ve y medita todo…en la soledad de una playa, con las olas acariciando tu alma herida y cuéntale a la nívea diosa tu dolor, que ella podrá aplacar ese terrible clamor.
Trate de acercarme, abrazarla y desmentirle todo, pero ella violentamente me aparto.
– No me toques… ¡déjame!… para que quiero este humillante amor, solo quiero irme teniendo bonitos recuerdos de los dos.
Le suplique que no me dejara que todo cambiaría, sin embargo ella estaba decidida.
– Por favor… Por favor…tu no… tu no…Adriana.
No pude soportar más, y todo mi dolor se convirtió en lágrimas. Y de rodillas le empecé a rogar que no me dejara.
Se arrodillo, toco mis cabellos con sus blancas y preciosas manos, acaricio mis mejillas y su aliento de despedida empezó a mezclarse con los míos, que eran de agonía.
– No amor, por mas que te quiera, no puedo quedarme, por que seria vivir en un engaño…un engaño que tarde o temprano, seria mortal para los dos.
– Yo solo se amarte, y aun después de esto siempre…siempre…te amare, pero por favor; no me busques, ni me llames, por que tu amor me hace mucho daño.
Se levanto languidamente, su rostro angelical estaba helado por sus sollozos de despedida.
Se iba alejando muy lentamente de mí, el más bello amor que había tenido y trate por última vez de cambiar su decisión al entonar nuestra canción:

…Un amor, no muere así como así como muere la noche y el día…Un amor como el mió/no podrás arrancarlo de ti así como así y echarlo al vacío…

– Cállate, cállate, no ves que me haces mucho daño; no quiero verte, no quiero verte…Adiós…Adiós amor.
¡Y se fue, para nunca más volver!… se fue…se fue, sin saber que realmente la llegue amar mas que nada en la vida.

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