Sea en el silencio, donde nada se escucha,
donde nadie vacila, donde toda inquietud
pierde la vida, donde, a luz de la vela, clame a ti,
esencia de mis dias.
Noche oscura del alma, cerrada conciencia en el vacio,
¡díme por qué, sin palabras he de hallar
lo inexplicado de un verso!.
Sobre la inquieta hora nada digo,
nada pasa, ni acontece despertar alguno.
Me observo en la profundidad irrespirable,
ladeando el cuerpo en un vaivén msiterioso.
No debe haber pensamientos.
El certero cuchillo del respirar tranquilo
los cercena, como afilado puñal,
como la luna mora con sus ángulos cortantes.
Las palmas de las manos soportan la precisa contención,
el acto mismo.
Un juego abstracto en negro y lacas reflectantes.
Al tiempo que el sueño se apodera de la hora,
un acertado golpe te rescata hacia la vida.
Ser para existir en la permanente inexistencia del Todo.
Mosutoku:
Nada que esperar.
(Dedidicado a la sensible agudeza de Morgana, artúrica, central, como la columna de Frida).
La Belleza del corazón
es la belleza duradera:
sus labios brindan
el agua de vida para beber.
Verdadera es el agua,
quien la vierte,
y quien la bebe.
Los tres se vuelven uno
cuando tu talismán está hecho añicos.
Esa unidad no la puedes conocer
por medio de la razón.
Mathnawi II, 716-718
Un abrazo Grekosay, seguiré bebiendo de tus textos. Gracias