Es increible como las sensaciones vividas te ponen en un punto exacto de tu vida, rebobinando la cinta de tu película hasta un instante puntual. Hay un olor exacto que cuando lo percibo en la calle, en el autobus, en cualquier lado; me trae el nombre de María y me conduce a ese tiempo en el que con la vajilla por lavar, me encausaba al amor de juventud, al primero, al inolvidable. Ese nombre también tiene dos canciones que se archivan en ese banco de mi mente.
Hay otro que no distingo tan bien, pero que rara vez que ha regresado a mi nariz, me recuerda cuando con dos años más que el tiempo antes mentado, me arreglaba frente a un espejo y me preparaba para ir a ver a Andréa; con gomina en el pelo y mucha agua para bajar el volumen de mis crespos cabellos.

Y la semana pasada tuve una nueva reminiscencia pero de dolor; cuando escuché una canción de Thiago Petit – Nightwalkers y reviví mi propio film desde aquí hasta 6 meses atrás en el que me abandonó mi más preciada musa por la que me desvivía y aun lo hago; me trajo el mismo apretujar del corazón que me traía ese tiempo cuando en soledad, descubrí esa canción y fueron momentos en los que sólo quise morir… Sin ella y también tuve el descubrimiento que no me quería, que nunca me quiso genuinamente. Por qué justo cuando me enamoré tanto de su presencia? Y sigo igual con su ausencia…
Y hay sonidos que me ponen en la mente y directamente a una persona, hombre, mujer; que me ha dañado, que me ha amado; que me ha dejado un nuevo gusto por sólo darse el lujo de hacerse recordar de esa manera.
Pero los sabores; todavía los espero, todavía espero un sabor que se compare al tuyo al de tus sudores, al de tus mieles y tus pieles; cuando por fin confunda sentimientos con sentidos y vea que cuando se pone el corazón en lo que objetivamente se da; ahí es cuando por amar o morir puede una obra verse embellecida u oscurecida con los grises del desvivir que también pueden convertirse una pintura importante que constituye una vida; que conforma la mía con sus matices y ya es mi historia, sin parangón con ninguna otra.