Osito quería ver mundo.
Deseaba correr, saltar, rascarse contra los árboles, quitarles la rica miel a las abejas, respirar aire puro y ver ositas, lindas ositas.
Cada mañana esperaba impaciente el momento de poder colarse en la mochila de Marta, hasta que un día por fín, lo logróoooooo.
Temblaba de miedo y emoción. Marta corría para cojer el autobús y Osito de un lado a otro empezaba a maldecir su suerte.
El viaje se le antojó horrible y eterno. Después de mucho zarandeo y asfixia al fín se paró la dichosa mochila.

Osito se quedó quieto, trató de calmarse y despacito asomó la cabeza por un huequito de la cremallera.
!Horrorrrrrrrrr!. Unos se pegaban fuertes patadas por el cuerpo, otros puñetazos al aire con unos enormes guantes como si estuvieran muy enfurruñados, otros corrían de un lado a otro sin dejar de hacer espavientos con los brazos.
¿ Esto que és????????? Se dijo muy asustado. Muerto de miedo se metió en el fondo más fondo que la mochila podía tener, y allí se quedó quietecito sin atreverse ni siquiera a respirar hasta que oyó la dulce voz de Marta y se tranquilizó un poquito.
De nuevo el viaje fué infernal pero Osito ya no tenía fuerzas ni para quejarse.
Todos sus sueños machacados en un momento. No había árboles. No había abejas. No había lindas ositas. Pobre Osito.
! Mamá, vengo del gimnasio ! dijo Marta dejando la mochila encima de la cama. Osito aprovechó la ocasión y dando un gran salto salió de ella armando un gran revuelo. Marta se volvió extrañada, vió a Osito, lo cogió en sus brazos y achuchándolo cariñosamente le dijo: ! Vaya día Osito, a veces me gustaría ser un lindo osito de peluche como tú y estar todo el día tirada en la cama! Osito que estaba magullado, vapuleado y destrozado, dejándose abrazar dijo: Ya, ya.

Saludos. Alaia