El corazón del universo palpitante,
en rítmica perpetua, en la constante
conquista de su expansión,
tambor de pieles de colores
y golpe seco, de certera vida.
Universo abarcable en la memoria,
en cada estrato de piedra,
en cada esquina.
Piedra angular que soporta el infinito,
porque en ti nacemos y renacemos,
de tu misma materia que es inmortal
porque jamás muere.
El corazón de las palabras, en la nada extirpa
el miedo a la misma nada.
Sordos a la rítmica insoluble de lo cósmico,
de lo intangible, del más allá
que en las selvas son los ríos, las palmeras verticales,
la inocencia de los ojos, los animales manchados,
los musgos tropicales.
Metáfora del desconocido perpetuar
amaneceres de plenitud, donde la palabra es la vida
y el silencio sólo un tiempo.
Porque los sentidos no alcanzan a ser materia absoluta
y se ausentan de cada nudo o cada abrazo.
Salten en rítmicas hogueras tejidas en pedernales,
en rocas ariscas que son madres del polvo.
Llego hasta ti, corazón universal, indefinible cúmulo
de esferas.
Llego desnudo como las grandes praderas,
como la integridad de quien ya todo lo sabe,
para abrazar tu luz, cántico central,
vértebra del Todo.
(Dedicado al corazón de cuantos palpitan en Vorem)
Un comentario sobre “Palabras para el corazón.”
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Como voremista de corazón agradezco esa dedicatoria a nuestro palpitar comunitario. El corazón de las palabras, cuando se convierte en sentimiento, va más allá de la nada, compañero. Y es que este universo de esferas donde nacemos y renacemos diariamente es conjunción de tejidos en forma de cánticos vertebrales. Así es la verdadera colección poética del Vorem. Tu poema vale oro en ese sentido.