Cuando me ha tocado ser líder de los trabajadores bancarios y de los estudiantes universitarios siempre me he preguntado para qué sirve serlo. Tengo 28 años de edad. Soy líder entre los bancarios y los estudiantes. Soy líder pero no me importa ni serlo ni no serlo. Viendo cómo actúan los demás, los de los intereses creados de partidos y sindicatos, solamente soy líder para demostrar que no me van a dejar hacer nada porque no soy de ninguna ideología y me muevo sólo por las ideas. Soy autónomo e independiente. No libre pero sí liberado. Utilizo mi liderazgo para ser más y mejor trabajador y más y mejor estudiante. Sin ningún interés más que demostrar a quienes confían en mí que jamás me voy a vender. Mi honestidad y mi honradez no tienen precio ni nadie me va a comprar jamás. Cumplo porque debo cumplir.
De los bancarios aprendo a trabajar, marginado y todo, en medio de los “camisas con corbatas fashion”, y demostrarles que puedo ser de los mejores, aprendiendo más del mundo pero con nicky y pantalón vaquero usado. De los estudiantes de “color de rosa fucsia”, marginado y todo, aprendo a conocer mejor los saberes del mundo sin tener que ser rojo ni azul sino del color natural de mi piel. Entre los “corbatófilos” y los “rosáceos”, a mis 28 años de edad, me da por sonreír muchas veces y otras veces suelto carcajadas cada vez que me piden consejos; porque mis únicos consejos son los del “vive la vida y cuando tengas convida”. Y no me importa reconocer que convidaba e invitaba hasta a quienes no se lo merecían. Pero no voy a dar nombres porque, a mis 28 años de edad, he aprendido que “la decepción también es una bella emocióin”. Cosas de esta extraña y eterna juventud. 28 años de edad me dan mucha personalidad, mucho por vivido y mucho más por vivir. Las lágrimas las seca el viento y hacen más feliz el rostro. Quizás algunas personas me recuerden de esta manera.
En resumen, que la creación de un líder consiste en recrear una fantasía quizás a la andaluza tal vez. Lo demás sólo es simple hojarasca, impuros personajes y hasta carencia de vergüenza torera. Quizás. Yo, al menos, estoy aquí, trabajando y estudiando mientras cosntruyo historias para mi ensoñación. Si además contienen mujeres apetitosas mucho mejor. Jejeje. Como siempre mi sonrisa sigue abierta puesto que, posiblemente, Suiza es “Un rincón para vivir”. Lo fue. Pero sigo prefiriendo mirar a las estrellas desde las noches de mi propio país y todo eso aunque, a veces, mirar a ciertas ventanas te produzcan ganas de llorar. Y es que soy un extranjero en todas partes menos en mí mismo ya que me conozco a la perfección. A lo mejor ya me recuerda alguien como el líder que nunca sucumbió. A lo mejor. Pero ya no importa. Y es que sabiendo amar también se puede ser feliz; soibre todo cuando la Luna te descubre todavía soñando a los 28 años de edad. Mi Patria y yo somos así, chavalillas.