Paredes de papel, ¿qué silencio no escuché?, el paso de las calles, llamadas roncas en el interfono, correo comercial, tránsito de fondo, buzones repletos de propaganda, certificados, recibos y algunas postales lejanas, cartas cerradas al enigma, sorpresa e impaciencia, buenas o malas noticias, accionar un interruptor, sentir la luz de la imaginación a escondidas, o el frío del congelador, bodegón en el frigorífico. Mezclas de aromas de cenas desnudas se contonean en el patio de luces. Suena una cisterna, ronquidos y un siseo. El taconeo en la escalera, una breve sensación en el rellano de indecisión, el metal de las llaves, un encuentro y un portazo.
La lavadora funcionando, los sesos friéndose en una sartén a fuego lento, humo y gritos, interiores solitarios, vecinos compartidos, voces en penumbras, televisores encendidos, cohetes tras un gol, una del oeste, un musical y un reality show. Cambios de dial en la radio de madrugada, debates, jazz, rithm & Blues, deportes, músicas de ayeres, sucesos trágicos y anuncios de bebidas refrescantes, grifos abiertos, agua salpicando, platos y cubiertos, una ducha fría, baño caliente. Teléfonos que rugen, respuestas apagadas y ausencias, jadeos de sexo, sollozos, insatisfacción. Sirenas de urgencias, en la carretera silbidos, cláxones, frenazos y cristales rotos, pitidos, automóviles y motocicletas, siniestros de velocidad, reyertas, borracheras violentas, la lluvia tamborilea en la azotea y las ventanas, luces y sombras de los edificios de enfrente, un gato erizado, un niño que ríe, un perro que aúlla, una niña que llora. La ropa colgada en los balcones recogida apresuradamente, el teclear de una máquina escribiendo los fracasos de la mano, el sonido de un fósforo, el aspirar de un cigarrillo, la parada de autobuses, el camión de la basura, la bronca de los padres, la suplicante represión de los hijos, el ruido de un vaso que cae a medianoche, pálidas sábanas, calor húmedo, relojes despertadores de sueños y en la lejanía, alguien sentado en la bahía viendo amaneceres que escarchan la rutina.
3 comentarios sobre “Peldaños”
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Tu texto es…vida, vitalidad, certeza de una realidad que se mide en “fragmentos”. Quisiera felicitarte por la intensidad con la que trazas la extrema longitud de las sensaciones. Un saludo.
Veo en cada fragmento una imagen del caos en el que tratamos de ordenar nuestra vida, y donde a veces, algunos, se dejan ir, un abrazo
Ruidosa, la canción de la escalera.
Mi historia favorita, entre las miles de historias que se entresacan de estos peldaños:
“El taconeo en la escalera, una breve sensación en el rellano de indecisión, el metal de las llaves, un encuentro y un portazo”
Me encantó.
¡Sigamos a esos tacones que mueven el mundo!