Fuí al Gran Premio porque el jefe se empeñó en que entrevistara en finlandés a Raikkonen, en japonés a Sato y en alemán a Schumacher. Tuve que salir el último de la parrilla porque había quemado las gomas de mis adidas en las pruebas de clasificación. Todos estaban cargados de combustible hasta las orejas y yo no tenía ni la tarjeta de crédito para comprarme un bocata de anchoas. Así que me puse mi vieja camiseta de El Sauce, unos bermudas malagueños y las chanclas playeras compradas en Los Guerrrilleros. Quise entrevistar a De la Rosa porque me parece el apellido más romántico de todos los hombres de acero pero De la Rosa no aparecía por ningunaparte. Mi perrita Milk salió de estampida tras de mí. Cuando dimos la primera vuelta ya todos los fórmulas unos habían recorrido las 74 vueltas del Gran Premio y la gente se abarrotaba bajo el podio. Un bobby venía a detenerme por peligro público, Aproveché el barullo para entrevistar, al alimón, a una linda colombinaa fanática de Montoya, a una hermosa española fanática de Alonso y a una bella finalndesa fanática de Raikkonen. Heidfleld no tenía seguidoras… y entonces fue cuando el champán explotó y me roció todo el rostro. Las tres fantásticas mujeres se abalanzaron sobre mí para saborear el líquido de los campeones. Ahí es cuando desperté…