Pensando en una cuestión que me plantea nuestro amigo Grekosay en un comentario a mi texto titulado “En este mismo punto” del pasado día 15 de abril, yo me pregunto ¿desde qué espacio anímico escribimos en Vorem, para Vorem y desde el Vorem?. Mi respuesta reside en que las palabras vorémicas siempre brotan del ámbito interno de cada uno de nosotros y nosotras: un espacio anímico/diacrónico que va realizando su proceso de religar y desligar desde lo humano hasta concebir y sentir la realidad metafísica de nuestras experiencias. En el pensamiento interno de todos nuestros textos (sea cual sea el género y la sección a los que pertenecen) hay cada vez una mayor maduración producida por la intensidad de nuestros misterios virtuales.
La redimensión de este mundo interno voremista acciona/reacciona con el escribir siempre como tarea de cotidianidad convertida en aventura y misterio precisamente por introducrinos en la sensibilidad positivista, en el ínclito espacio positivo de nuestras realidades virtuales y en nuestros sueños y múltiples estados de ánimo coyunturales masculinos y femeninos pero siempre diferentes. En cada voremio y en cada voremia pienso yo que existen muchas formas sutiles y penetrativas que adornan el corpus general del vorem de un positivismo emocional.
La vida misma (la vida de todos nosotros y nosotras) es una mirada caleidoscópica y escrutadora donde todo está enmarcado en un escenario colectivo policromo cualitativo; porque si fuera meramente cuantitativo quedaría siempre moribundo e impediría que siguiera creciendo la lumbre de las palabras y el musgo de la vida. Por eso en Vorem lo que yo resalto no es lo cuantitativo de sus números ya altos de por sí sino esa capacidad cualitativa de sus textos, el misterio de la vida que nos rodea por dentro y la verdad de nosotros y nosotras. La verdad, en el sentido de tratar de las cosas de la vida, se abre paso de una manera positiva que nace al ponernos frente a la pantalla de la computadora y se revela en el instante en que enseñamos el texto a la luz de los lectores.
Hoy en día, para muchos hombres y mujeres objetividad significa soberanía, voluntad de ser, de poder… pero en Vorem lo más específico, bajo mi punto de vista personal, es que esa objetividad es la resultante de múltiples subjetividades positivistas. la razón y el corazón anidan en un mismo escenario vorémico. la razón, como decía la filósofa y ensayista española María Zambrano (discípula de Ortega y Gasset) “no está para que nadie la tenga, sino que está para que todos la sustentemos”. Sólo así es la razón algo no ya viviente sino vital, simplemente vital… y se pierde la razón única transformándose en un puzzle de multitud de razones particulares que, al ser consensuadas en el Vorem por la actitud positivsta de dar prioridad a la expresión libre, forman un conjunto global y globalizador muy propio del siglo XXI en que estamos viviendo.
“La penumbra es un alma del alba / y me parece el alma ahora de la luz” (de Juan Ramón Jiménez). Luz que admite sombras. Por eso en Vorem hay luces y sombras positivistas (en cuanto a su actitud) que iluminan las imágenes idealísticas de nuestras “cavernas platónicas” e incitan, a partir de sus “idealogíás” (no ideologías sino “idealogías” derivadas directamente del vocablo “idea”) a la imaginación; permitiendo que la oscuridad conserve el secreto del misterio dialéctico y la virtud onírica de cada uno de nosotros y nosotras pero, a la vez, sacando a la luz nuestro desafío aventurero de transparencias literaturnales.
Esta luz vorémica no invade ni invalida el secreto interno de nosotros y nosotras (los usuarios del Vorem) sino que nos da elementos/alimentos de corpus literario de libre expresión, de composiciones liberalizadoras para el ánimo interno que surge de nuestros corazones e infunden a nuestros textos poéticos, a nuestros textos reflexivos, a nuestros textos narrativos (cuentos, relatos, páginas de diarios) y al resto de nuestros textos (divulgaciones, críticas literarias, invitaciones a la literatura) de asunciones positivistas (realistas e idealistas a la vez) como verdadera dimensión de nuestra literatura particualr: ser nosotros mismos en el conjunto global vorémico. Nosotros mismos dentro del ángulo positivista de expresarnos “hacia delante”…
Este lugar encendido que es el Vorem, surge de lo más oculto de nuestras almas y aflora según las circunstnacias anímicas persoanles y temporales por la que estemos atravesando como seres humanos cad auno de nosotros y nosotras. Eso es lo que nos infunde razón y corazón. Quizás sea esto, amigo Grekosay, lo más significativo (aunque no lo único significativo) de este Positivismo Vorémico que citas en tu comentario: un espacio entreabierto a la esperanza; una clave metafísica de expresión sentimental; una metalingüística de la palabra abierta; una decircunstancia de cada circunstancia personal, intransferible y cotidiana de quienes estamos implicados en la experiencia comunicativa donde coexisten múltiples variables y variantes. Porque estar al lado de nuestras propias historias invita a implicarnos/imbricarnos en la experiencia comunicativa de sentirnos partícipes activos y positivstas de un viajar por nuestros estados de ánimo en cada aventura diaria. Creaciones que afirman/confirman la íntima contigüidad (unos junto a otros) que transforma nuestras ausencias físicas en presencias anímicas.
La riqueza que aportan nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros gozos y nuestros pesares, nuestras esperanzas y nuestras angustias… forman un todo de carácter positivo en el que nosotros y nosotras respiramos porque somos algo más que nada y alguien más que nadie. Somos un sabernos llenos de alma. Somos introducciones positivstas de carácter vorémico en esta metafísica literaturnal de las expresiones de nuestras vidas y los sueños de nuestros. afanes. Un abrazo, Grekosay.
!!Interesantísima exposición de lo que es la resultante objetiva de los textos del Vorem!!. !Gracias Diesel por tus teorías imagintavias que no están nunca exentas de planteamientos y razonamientos verdadermaente bien ensamblados!.Filosofía creativa o filosofía de la creatividad. Así veo y contemplo yo este lucido y lúcido texto.