Sobre las extensas cimas de las montañas,
atalayas de horizontes sin conquista,
invictas batallas del verde y la esmeralda,
se extiende la libertad de lo innombrado.
Deja la paz como único estandarte y no conquistes
con látigo feroz, con mano firme,
la tierra que es de los hombres, de los invisibles dioses
que habitaron los espacios de bosques y colinas.
Las veredas abiertas hacia lo alto,
hacia las cumbres donde el sol habita,
hacia la libertad de pies descalzos,
nubes prietas de sol y madres de la tierra.