Es súbita la confusión que en mi pecho se agrupa;
tantos los sentimientos de la vida mundana
que ofrecen la visión abrupta de la nada
y dejan rastrojos difuntos en la mirada.

En la carrera, nadie puede detenerse sin dejar atrás el recuerdo,
no es posible simular haber ganado cuando se pierde tanto.
Se pierde vida, se pierde en llanto la medida del tiempo.

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I.

Una flor de canela que se deja volar con el viento,
quemando la piel con aroma de palabras bellas;
se meció danzante en sus mil grandes sueños
hasta feliz posarse, fecundada, en su lecho de tormenta.

II.

Sin máscara, y con expresión dura se dirige hacia otra jungla;
seguro al pisar el camino, abriendo paso con la hoja de su cuerpo
no tiene miedo, confiado de sus golpes certeros
piensa en ganarle la partida a un futuro, que se dibuja incierto.

III.

La tierna y salvaje niña cuida sin temor a su caballo;
no puede por más que adorarlo y domarlo,
pues el galope es peligroso y el compromiso cansado.
Ya vuelan las aves hacia el mar, a cruzarlo.
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Tres vidas que corren y rasgan mis vestiduras,
y se genera la duda por volver a pasar a su lado.
Yo nunca hubiera querido… tener lo ojos cerrados.

Con alegría y desconcierto vuelvo al pozo,
aún tengo buenos pensamientos: continúa la aventura;
la lucha caliente, ruda, con tremendos soles y tristes lunas.
En mi querer el mismo deseo de paz, fuerza y gozo.