¿Qué puedo contaros yo si solamente soy un gorrión que vuela, cada segundo de mis venas, en mares tan diferentes que no me es posible volver? Volver… volver ¿a dónde?… Ese es el misterio de quienes andamos escribiendo sentimientos que se nos desgajan del alma y, en las albas de todos nuestros insomnios, dejamos colgados mensajes de inquietud enhebrados, quizás, en los hilos de plata de las luces de la Luna. La Luna. La Luna es esa nuestra compañera/compañía que alumbra nuestros grandes sueños de aventuras sin final…
No. No hay ningún final posible donde poder reunirme con todos vosotros y todas vosotras, tan desperdigados estamos por este mundo de las sensaciones en formas de verbos como alimentar, sentir, hablar, callar, dormir… y entonces es cuando me imagino que con mis sueños convertidos en anhelos literarios puedo transmitiros algo de mí, algo de ti, algo de alguien que esté más allá de mis palabras. A veces es necesario escribir solamente para sentir el calor de las palabras.
¿Qué os puedo contaros yo si solamente cuento canciones a los pequeños personajes que circulan por las vías de mis venas entre la sangre del corazón y esas palpitaciones que laten en algún rincón de mi alma? Hay quienes depositan su confianza en algún lucero del anochecer y yo, entonces, abro los ojos para ampliar aún más mis miradas y poder descubrir ese siempre penúltimo poema que se me ha quedado titilando en la almohada… allí… exactamente allí donde el último de mis pensamientos/prendimientos me tiene asida la conciencia a una aventura nocturna que gira alrededor de los planetas invisibles… esos planetas literarios que no pueden ser vistos más que por quiénes desean emprender el camino.
¿Hacia dónde caminamos en verdad? La luz de la Luna nos señala un nuevo horizonte tan distinto al de los días sucedidos unos tras otros… unos tras otros… de manera indefinida/infinita que nos marca un rumbo determinado por los caprichos ajenos. Y es entonces cuando, entre sonidos de pájaros escondidos en las arboledas y gatos subidos en el tejado, nos hacemos rebeldes con muchas cuentas/cuentos por resolver. Y somos, quizás, tal vez, acaso/ocaso de los dioses de esta infancia que nunca nos deja morir.
¿Qué puedo contaros yo si cuando se me inundan los dados/dedos de la Fantasía me envuelvo en mi propio ser y vuelvo a reiniciar siempre el mismo afán pero con caminos diferentes. En cada nuevo recodo literario hay una nueva sorpresa soñada; en cada nueva sorpresa soñada hay una nueva búsqueda de amor y en cada nueva búsqueda de amor os puedo decir que siempre estoy en mi único sentimiento que es amarla a Ella sin buscar un porqué… quizás porque amar solo consista en ser querido… como nunca antes nos quisieron nadie más.
Entre la muchedumbre de las estrellas escondo, muchas veces, esos enigmas que rodean a quien escribe siempre soñando con un futuro más amplio, más veloz, más caudaloso… y entonces doy nacimiento a una nueva palabra que jamás existe. Por ejemplo invento palibritud y me quedo mirándola a sus ojos y me adentro dentro de su corazón.
¿Qué puedo contaros yo sino palibritudes surgidas del alma nada más?.
Las palibritudes que usted cuentan/cuentan en mi haber, como un preciado tener, cosas que no siempre se tienen. Muy bueno, salud!
En realidad no soy un usted sino simplemente un tú nada más en medio de tantos ustedes que se miran a los espejos para verse cuán importantes son. Yo sólo soy un tú nada más… unos de esos tú que tanto caminan por las imaginaciones sabiendo escuchar el silencio para aprenderlo/aprehenderlo y transformalo en letras, o poemas o tal vez canciones nada más. Pero muchas gracias por tu comentario.