Que las raíces vuelen por encima del sembrado de la mística del tiempo y que las alas se arraiguen en los vientos de la memoria. El gran misterio de la vida es la conciencia que tenemos de ella. En la pura actividad de nuestros minutos, la materia se transforma a través de los días y es un ejercicio de filosofía-ficción éste de escribir al borde de lo humano. Raíces y alas como verdaderos reflejos de nuestros espejos llenos de contenido elemental.
En la vida, así como en el arte literario, todos vivimos en unas nubes etéreas que llamamos libertades y existe una igualdad sobre la tierra que no se ve en ninguna parte salvo en la filantropía literaria con la que nos movemos sobre los hilos del sentimiento espacial escondido y reivindicado al perder el miedo a las palabras; cuando damos sentido y solución a nuestros sueños.
El aforismo moderno nos presenta, continuamente, metafísicas con grandes relevancias para nuestros pensamientos. A todo ello hay que añadir el toque de queda de nuestras batallas cotidianas, con independencia de ideologías y creencias personales.
El ejercicio de escribir es nuestro alimento espiritual trasvasado a través de los sentimientos dialécticos. Con otras palabras, es nuestro hedonismo literario.
Raíces volando y alas arraigadas. Verbos para decir las cosas a nuestro modo.
Si amigo, cuando nos ponemos a escribir soltamos nuestros sentidos y nos damos a conocer tal y como somos en nuestro interior.
Cada vez me siento mejor expresandome a través de la palabra escrita.
Un abrazo
No podías haber definido mejor esto que brota de nuestro interior,me has emocionado,un abrazo,y gracias.